martes, 14 de mayo del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
Pequeñas victorias
2017-03-01 | 09:44:34
Compartimos tiempos de grandes derrotas históricas a nivel local y global. Nuestro País se desgarra y ha militarizado para hacer frente a una guerra absurda. Miles de nuestros paisanos son discriminados, deportados y tratados como criminales en EEUU, donde al fascismo parece haberse puesto en auge.

Las mujeres de la mayor parte del mundo ven cómo el sistema sexista-machista-patriarcal gobierna aún sus destinos. La “democracia” pareció llegar a México en el siglo XXI en una alternancia que no ha significado una mejoría en la forma y calidad de vida de los mexicanos y ha sometido a nuestras instituciones a un desgaste letal.

La pobreza, la injusticia y la inseguridad se han esparcido y multiplicado, mientras grandes segmentos de la población se entregan al espejismo de la vida virtual y las redes sociales mientras descuidan y desintegran sus familias, relaciones y círculos sociales.

Persisten con nuevas modalidades las desigualdades sociales del porfirismo y nuevas formas de servidumbre se han impuesto entre nosotros, donde el capital, la fama y la imagen gobiernan existencias, mientras la imaginación, la cultura y la reflexión crítica son ignoradas, sepultadas por imágenes y contenidos digitales que divierten, no informan ni forman opinión ni enriquecen intelectualmente a sus “seguidores”.

Los informantes más seguidos son personajes del “show business” que mezclan la realidad con su opuesto para obtener seguidores y “likes”. Nunca en la historia se había leído, escrito tanto y tan mal, con peor ortografía; miles de millones ven e interaccionan con el mundo, pendientes de pantallas que en realidad sólo los reflejan al apagarse y en la que se mensajean y textean sin fin con desconocidos sobre asuntos que nada tiene que ver con el beneficio social. Ahí se busca el amor y se convocan marchas, se pretende cambiar al mundo.

Nos hemos vuelto una sociedad de “niños” mimados, malcriados, egoístas, obesos que a toda hora demandamos satisfacción y difusión inmediata a nuestros apetitos y ocurrencias, mientras la identidad personal y colectiva se tornan evanescentes y el planeta se contamina, calienta y agotamos sus recursos naturales.

La estupidez se está incrementando en nuestra sociedad, está de moda. Basta con analizar a quienes nos gobiernan para ver a qué nivel de degradación ha llegado el elector-consumidor. No es casual el éxito de Kim Kardashian, EPN, Donald Trump y los productos milagro, todos ellos celebridades por razones ajenas a sus capacidades, preparación y talentos.

Convivimos en una era donde la vulgaridad se ha convertido en trending topic y se llega a la fama al viralizar desfiguros y ridículos. He visto cómo mi gente no toca los libros; hay quien afirma que la cultura, el conocimiento son “aburridos” y todo tipo de literatura es “cursi”.

Por eso, son muy significativas las pequeñas pero importantes victorias de las que hemos sido testigos esta semana, como cuando la hija de una mujer indígena encarcelada injustificadamente por más de 3 años por falsos testimonios, recibe una forzada, hipócrita disculpa oficial del Gobierno que ha oprimido generacionalmente a su pueblo y declara orgullosa al comunicar y lograr el reconocimiento de la inocencia que “Hoy nos chingamos al Estado” (sic); cómo de la nada, un joven estudiante mexicano de origen humilde se convierte en el investigador de la NASA de menor edad por méritos propios y; una resolución judicial me reivindica como el intachable servidor público que soy, después de que hace un año, al día hábil siguiente de haber renunciado al PRI en una carta de pública denuncia a los crímenes de JDO y colaboradores, se me instruyó un perverso proceso de “supervisión notarial” que me señaló personalmente el exgobernador Flavino Ríos Alvarado, fue un castigo público por haberle “faltado al respeto al Señor Gobernador” (sic), aunque mi ejercicio profesional fuere impoluto y en dicha misiva se expusieron corrupciones que hasta los mismos sinvergüenzas que habiéndolas encubierto, las denuncian hoy para tratar de deslindarse de sus propios, inolvidables delitos.

Por ello, a pesar de las grandes derrotas (el gobierno de JDO fue una para Veracruz) tenemos pequeñas victorias que celebrar, como la resolución judicial que después de intenso litigio me devuelve la dignidad y evidencia mi integridad profesional atacada por los cobardes, inmerecidos e injustos actos de represión e intimidación que sufrimos muchos opositores al cártel político más ladrón y cínico de la historia moderna de México, cuyos líderes siguen prófugos de la justicia.

La verdad legal quedó establecida: la “insensatez” que cometí el año pasado no tuvo que ver nada con mi ejercicio como Notario 35 de Veracruz, ni mis actividades personales ni empresariales.

El “crimen” que querían castigar ejemplarmente los incultos, ordinarios, déspotas que nos gobernaron fue desoír sus advertencias de callarme, mantenerme al margen del horror que vivió Veracruz durante el gobierno criminal de JDO, Arturo Bermúdez y cómplices.

Luego, muchos de quienes me vieron confrontar al poder público a pecho descubierto y denunciar sus crímenes opinaron que mi objetivo era “salir de la obscuridad” que significaba no vivir del presupuesto y saltar de nuevo a la política profesional, optando por un cargo público como si fuera indigno, insatisfactorio hacer política fuera de todos los partidos políticos y los gobiernos, desde la trinchera del periodismo, la literatura y la política, con el objetivo de invitar a la reflexión intelectual y crear ciudadanía, sin más aspiración que vivir feliz y honestamente de mi trabajo cotidiano.

Hay quien piensa que todos somos de vocación burocrática y considera que si vivo, escribo y hago política es porqué aspiro a algún cargo, posición o beneficio económico y es entonces, cuando las pequeñas victorias que han estructurado mi vida recobran su sentido al unificarse en esta consideración estructural: el desarrollo personal y los cambios sociales no vienen de la mano de líderes mesiánicos ni verdades reveladas, sino de innúmeras elecciones prácticas que uno y la colectividad deciden asumir en forma ética a pesar del costo que signifiquen, de las dificultades o incomprensión que se deba padecer para saborear después de muchos esfuerzos, la posible realización de nuestras más íntimas convicciones.

El cambio de régimen no llegará por obra de los corruptos partidos y políticos que administran nuestra crisis en su beneficio. Llegará cuando la mayoría entienda, exprese las cosas como son y rechace la corrupción, la descarada impunidad de los criminales que nos mienten y saquean; cuando nos neguemos a intrascendentes; cooptados y/o manipulados por el poder y objetemos vivir “tranquilamente” en nuestra zona de confort mientras a nuestro alrededor la Patria se empobrece, debilita, derrumba.

No soy un idealista, ni he vivido como uno. Sé que públicamente vamos creando una nueva mayoría de ciudadanos críticos, independientes, decididos que haremos lo necesario para poner en el basurero de la historia al corrupto sistema político que beneficia a unos cuantos a costa de las mayorías.

Lo haremos desde la diversidad, la pluralidad e incluso el anonimato. No nos importan cargos, ni reconocimientos.

Somos cada vez más los que no nos callamos y alzamos la voz para denunciar a los malos gobernantes y hacemos frente a las injusticias, la mediocridad y la estupidez. Un Veracruz, un México mejor son posibles.






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