viernes, 14 de junio del 2024
 
Por Marco Antonio Medina Pérez
Columna: La escena veracruzana
El tamaño de la injuria
2017-03-02 | 11:04:29
En la colaboración anterior hablamos del tamaño de la corrupción en Veracruz. Hoy hablaremos del tamaño de la injuria. Ésta se define en el Diccionario de la Lengua Española como: “delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación”. No otra cosa ha sido la imputación que ha hecho el gobernador Yunes Linares sobre el supuesto apoyo de Duarte brindado al partido de López Obrador.

Como un argumento cinematográfico seguido al pie de la letra, Yunes Linares armó una provocación que quiere seguirse de filo y hoy retoma el gobierno federal a través de la FEPADE.

¿De qué se trata? Injuria, que algo queda, dice el dicho popular. Pero más allá de todo esto, unidos el gobierno veracruzano, el federal, y el PRI y el PAN, todo ello tiene un tufillo similar al lanzado en 2006 en torno al desafuero.

Recordemos que con Fox se urdieron varios intentos de desaparecer políticamente al dirigente histórico de la izquierda. Primero fue con los videoescándalos. A pesar del vínculo tan estrecho de los personajes que aparecieron en imágenes de corrupción a nivel nacional, López Obrador cruzó airoso ese pantano.

Después se tejió algo más elaborado. Tomando como base un desacato en un caso particular (abrir un camino para darle acceso a un hospital privado), se inició un procedimiento penal que llevó al desafuero de Andrés Manuel como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Ahí todas las fuerzas políticas, tanto el PAN como el PRI y sus aliados de entonces, así como la mayoría de los medios de comunicación, se unieron y llegaron al extremo de amenazar con la cárcel al líder tabasqueño. Sólo la gran movilización ciudadana que se generó logró detener esa embestida.

López Obrador apareció en las boletas electorales en 2006. Sin embargo, el ensayo aliancista alrededor del desafuero fue después ratificado en el gran fraude que se vivió el 2 de julio de ese año.

Entonces como ahora, López Obrador aparece como el puntero en todas las encuestas que se han hecho sobre la sucesión presidencial. Lo que viene es la reacción lógica del régimen que se niega a la derrota.

Los panistas, creyendo que la debacle del PRI los favorecerá, han lanzado a Yunes Linares para encabezar una nueva intentona de orquestación para bajar a AMLO de las preferencias ciudadanas y beneficiar las aspiraciones de los panistas.

Sin el más mínimo rubor, han retomado la estrategia usada durante la pasada campaña por la gubernatura, propagando la especie de que Morena recibía maletas llenas de dinero de Duarte. Nunca se presentó ninguna prueba que avalara esa mentira.

Primero los priistas, luego los panistas han seguido con la misma engañifa. El gobernador Yunes dice que tiene pruebas pero no las exhibe, y condiciona su presentación a un debate con AMLO. Lo cual es ilógico si realmente se tuvieran las pruebas.

Y lo único que muestra es una conversación telefónica del defenestrado exsecretario del Trabajo durante el gobierno de Duarte, Gabriel Deantes, hablando de un supuesto plan para apoyar a Morena.

Nada contundente, nada claro, pero que presentado en los medios de comunicación pareciera como que se tiene algo muy grande. Y ya la FEPADE retoma el caso “por ministerio de ley”, es decir, sin mediar denuncia alguna, lo que contrasta con la omisión de las autoridades ministeriales ante la multitud de acusaciones por la malversación de fondos del propio Duarte o las que pesan sobre el mismísimo gobernador de Veracruz sobre su desempeño al frente del ISSSTE, las cuales no fueron investigadas hasta que se presentó una denuncia de hechos.

Y ya el PRI encabezado por Enrique Ochoa se apresta a presentarse ante la propia FEPADE para afianzar la acusación contra López Obrador. Ya sólo falta la dirigencia del PRD, que en Veracruz está aliada al PAN, para que opere un nuevo Pacto por México, ahora con una cláusula adicional: la de prohibir que López Obrador aparezca en las boletas electorales de 2018. De esa dimensión puede ser el tamaño de la injuria.

Pero López Obrador ha sorteado esa y muchas otras dificultades. El último triunfo en ese sentido se dio cuando The Wall Street Journal tuvo que desdecirse de lo publicado en septiembre pasado, cuando aseguraba que AMLO había dejado de reportar un departamento en su declaración 3 de 3.

Los actos publicitarios de Yunes Linares desacreditan cada vez más a su autor. De la información que cimbraría a México pasa ahora a la información que derrumbará a López Obrador y a Morena.

Como dijimos en su momento, sólo se trata de un parto de los montes. Mientras tanto, la situación social en Veracruz se sigue deteriorando. Lo dicho, necesitamos con urgencia un cambio verdadero.


marco.a.medinaperez@gmail.com


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