lunes, 13 de mayo del 2024
 
Por Roberto López Delfín
Columna: Vórtice
La campaña política como forma de vida
2017-03-07 | 08:52:37
Hay filósofos, científicos y artistas que señalan que lo que llamamos “realidad” no es más que una representación, una elaboración construida por nuestros cerebros humanos en su incesante búsqueda de unidad, sentido a un cosmos caótico y dinámico de emociones, sensaciones, percepciones, ideas.

Incontables obras literarias y científicas se han escrito sobre sucesos y personajes en el intento de ponernos frente a la verdad pura, dura y simple, mientras que muchas más pretenden “sacarnos” de nuestra realidad, para desde la ficción más extrema analicemos en perspectiva los hechos, el concepto que tenemos de la verdad y sus modalidades.

Las religiones e ideologías, los demagogos y tecnócratas señalan vehementes que existe una verdad única -la que pregonan- y descalifican sin argumentos susceptibles de comprobación metodológica y científica a todos aquellos que expresan opiniones diversas a sus predicas y enseñanzas, ortodoxas y excluyentes.

Casi todo mundo se declara partidario de una explicación de la historia y la realidad, con la misma ligereza con que sigue emocionadamente a “su selección nacional” de la que invariablemente, lamentará derrotas y celebrará sus victorias, aunque hayan sido inmerecidas u obtenidas en forma engañosa o francamente tramposa.

Está claro que sí, como Einstein señalaba, todo es relativo, hasta la verdad y la relativo son relativos. Pero para volver –aún más evanescentes- los límites de nuestra ya de por sí confusa “realidad”, desenfocada a la luz de la creciente divergencia entre la realidad “real” y la “virtual”, ahora se nos pretende mentir de manera más descarada, organizada, expedita y eficiente al exponernos que vivimos en la “era de la postverdad y las fake news” (noticias falsas), donde es natural que los propagandistas y mercadológos, los gobiernos, los políticos y sus partidos, quieren modelar, manipular a la opinión pública de nuestra sociedad de consumo a través de nuestras emociones y creencias personales, dejando a un lado la realidad para que los individuos les demos a nuestra subjetividad más importancia que a los hechos objetivos, científica comprobables, racionalmente evidentes y cuantificables que deberían informarla.

Casi toda la información política, económica y social de los medios masivos electrónicos de comunicación es propaganda, “posverdad” o “fake news” articuladas en torno a una, varias campañas que pretenden hacerse de nuestro dinero, voto o voluntad a base de mentiras y/o presentación engañosa de la realidad.

Las campañas han transcendido el formato de sus comerciales pagados para instalarse en la mayoría de los programas noticiosos televisivos, radiofónicos y en la manipulación de la red social a través de “bots” (programas informáticos que imitan el comportamiento humano) al servicio de los detentadores temporales del poder.

El propósito político y económico de utilizar la “posverdad” es estafarnos y quien pretenda convencernos emotivamente de que no debemos pensar, buscar la verdad y valorar la realidad es un embustero de la peor ralea.

Tenemos a Donald Trump como el máximo exponente del creciente éxito del uso propagandístico de la “posverdad” y la descalificación de la realidad al señalarse –sin pruebas- víctima de “fake news” que sí se investigan, resultan totalmente ciertas.

Para los populistas, su negocio es manipularnos más, de mejor manera, para generar calculada simpatía acrítica sobre ciertas causas, creencias y personajes, generando rechazo, repelencia irracional por ciertas razas, grupos sociales, preferencias sexuales, formas de vida, productos, ideas, proyectos políticos y personalidades.

Nuestro México del siglo XXI está lejos entender su realidad, no obstante, es esclavo de ella, por eso prosperan, se multiplican los manipuladores y calumniadores sin pruebas.

Atengámonos siempre a hechos incontrovertibles, innegables, como estos que son escandalosos y reveladores: el ex contralor de JDO –todavía prófugo de la justicia- que fue señalado públicamente por el propio gobernador MAYL y por la ASF como “tapadera” de la monstruosa corrupción priista es ahora candidato del PAN a la alcaldía de Panuco; dejó la semana pasada la Secretaría General del PRI una prima del Presidente de la República EPN y la asumió una sobrina del expresidente Carlos Salinas de Gortari, mientras que el candidato a la gubernatura del Estado de México es primo del Presidente EPN; la Sra. Margarita Zavala de Calderón, esposa del expresidente FECALH será la candidata del PAN a la Presidencia de la República y, la candidata de ese partido por la gubernatura del Edomex no sólo fue la candidata de FECALH para la Presidencia de la República en la elección pasada, si no que ha recibido más de 900 millones de pesos del gobierno federal de EPN para actividades “filantrópicas”; a15 meses de la elección presidencial, el puntero en todas las encuestas para la Presidencia es Andrés Manuel López Obrador, a quien le falta tiempo para estrechar las manos de sus seguidores y responder a las bravatas de sus numerosos críticos y detractores que –una vez más- ven en su proyecto político (MORENA) un peligro para México.

Todos ellos, unos y otros, están en abierta campaña por el poder, aún aquellos que están impedidos por la Ley para hacerlo con dinero público, lo que pone de manifiesto que nuestros gobernantes no están preocupados por mejorar nuestra calidad de vida en el corto, mediano y largo plazo, pues su prioridad es afianzarse, promoverse para los puestos que ambicionan para ellos, sus hijos, parientes, aliados y seguidores.

Observemos cuidadosa y comparativamente los “spots”, actitudes, declaraciones y comunicados de nuestros gobernantes municipales, locales y federales para darnos cuenta de que la información que difunden con nuestros impuestos calla más de lo que dice, es un ejercicios de comunicación social de su proyecto político y persona, para promoverlos a ellos y sus partidos como si se tratasen de “productos de consumo”, como papeles de baño, desodorantes o dentífricos, en busca de “ganar” el apoyo del votante-consumidor que somos y generar antipatía e incluso odio contra “su competencia” y/o aquellos a los que consideran sus rivales, sin mostrarse críticos, ni analizar la verdad de sus propios partidos políticos, candidatos y argumentos.

Reflexionemos más allá de los sucesos, focalicemos los procesos que moldean nuestras vidas, las de los políticos que tienen por deber servirnos y las opiniones de los medios de comunicación, para no quedar atrapados por las elaboradas “posverdades” y “fake news” de sus acciones y discursos.

Desfiguros irracionales, derroche de recursos, culto a la personalidad, campañas de odio y acusaciones sin pruebas veremos de aquí hasta el 3 de junio del 2018, pues a los burócratas y cortesanos del poder les gusta vivir en eterno estado de campaña política, pagada con dinero de los mexicanos.

No hay que dejarse engañar. Hay información objetiva, racional, comprobable, datos “duros” de como que las transiciones de poder entre el PRI y el PAN no han mejorado la calidad de vida de los mexicanos; de que la mayoría vivimos en peligro, cada vez más inseguros; más pobres y desinformados en promedio; de que estamos desengañados, hartos de nuestros gobernantes, gobiernos y partidos políticos, que cínicos exhiben su estupidez, corrupción, complicidades e impunidad y; exigimos cambios, desarrollo social, prosperidad, justicia, castigo a los criminales.

No hay “posverdad”, ni campañas que puedan convencernos de lo contrario.



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