sábado, 04 de mayo del 2024
 
Por Los Reporteros
Columna: Off the record
Todos piden
2017-03-16 | 09:53:07
Veracruz se ha convertido en la tierra de los lamentos, las buenas intenciones y los anuncios que no se concretan. Y no se crea que es una característica exclusiva de los gobiernos; en el sector privado también se cuecen habas.

Para muestra un solo botón, aunque podría haber cien. Desde hace tiempo algunos empresarios, sobre todo en el sector comercio y de servicios, se quejan de la inseguridad. Pero muy poco o nada hacen para contribuir a la solución.

Salvo sus contadas excepciones, no invierten un peso en medidas de seguridad como son las cámaras de vigilancia, personal para esa tarea y otras tareas necesarias.

Desde hace años, sí, años, se escuchan propuestas como el famoso botón de pánico. Pero muchos de ellos quieren que los gobiernos gasten dinero público para vigilar los negocios de particulares. Eso no se vale.

El ciudadano común sufre asaltos, robos en casa habitación, más lo que se acumule, y el gobierno no le pone un policía a cada uno porque sería imposible. Una cosa es la obligación gubernamental de garantizar la seguridad de la sociedad y otra es demandar privilegios porque a diferencia de los grupos empresariales, el ciudadano común no tiene acceso directo a las autoridades para ejercer presión.

En las colonias populares, por ejemplo, cada vez hay más quejas por la invasión de supuestos tortilleros en motocicleta, quienes transportan una hielera simulando vender tortillas no en el día sino desde el anochecer hasta altas horas.

Algunas personas aseguran haber visto pequeñas bolsas con polvo blanco dentro de sus hieleras y acaso dos o cuatro kilos de tortilla para despistar en caso de que los revise alguna patrulla, cosa que nunca, jamás ocurre porque no hay patrullajes y cuando los hay, los uniformados apenas dan una pasada y se retiran.


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Aspirantes a la alcaldía de los municipios en esta conurbación se pasean en los lugares públicos en espera de llamar la atención, lo cual no es malo. Lo cuestionable es si imperará la democracia en sus procesos internos y si los partidos darán su bendición a los de siempre o a prospectos con verdaderas posibilidades de triunfo.

En otras palabras, hay que analizar fríamente cuáles aspirantes de qué partidos tienen perfil ganador y ponerle rivales competitivos, ver qué ha hecho ganar a los rivales y qué ha hecho perder a los de casa, ser autocríticos y aunque duela, quitar a los que quieren y darle el paso a los que sí pueden. Lo demás es lo de menos.


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Sigue la telenovela legislativa por la abortada reestructuración de la deuda pública. Pero con quejas, advertencias catrastófistas -apocalípticas, diría el investigador Rafael Arias Hernández-, no se resuelven las cosas, sino con los consensos. A eso deben apostar los diputados de los dos partidos oficiales y no a las quejas trilladas muy parecidas a aquello que tanto han criticado cuando han sido oposición.


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Al que tienen bien guardado es al secretario de Salud en Veracruz, Arturo Irán Suárez Villa, quien no aparece en actos públicos desde hace un buen raro y por supuesto, es para evitar cuestionamientos de la prensa.

En primer lugar, el funcionario está evitando responder a la denuncia del empresario y exdiputado local panista Alejandro Cossio Hernández, de que la dependencia está asignando contratos de servicios del ramo sin licitación, tema que ya se ventiló incluso a nivel nacional.

En segundo lugar porque se sabe que la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) ya concluyó la investigación sobre las presuntas quimioterapias falsas que habrían sido suministrado a niños veracruzanos en el 2010 y que fue denunciado por el mandatario Miguel Ángel Yunes Linares hace exactamente dos meses.

Se habla de que no se encontró sustento en las acusaciones que versaban sobre dosis de agua destilada y que fue el propio secretario quien embarcó con un tema tan delicado al titular del poder ejecutivo.


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Cuentan que en el Hospital General la “grilla” se encuentra muy álgida sobre todo con aquellos funcionarios que son herencia del sexenio pasado y que en muchos casos huelen a fidelidad y a prosperidad.

Una de ellas es la titular de Relaciones Públicas del HG, Karina Cano Hernández, a quien ya trae en la mira el Área Administrativa porque ocupa un puesto que desapareció del organigrama de las dependencias estatales en esta mini gubernatura.

Además es una priista en activo que ha sobrevivido en la nómina del HG, pero por el ambiente de crispación que prevalece entre el ejecutivo y el legislativo su cargo es insostenible.



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