jueves, 02 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Juegos de Poder
2017-03-21 | 07:45:09
Provocar a López Obrador

López Obrador no puede sentirse sorprendido. Claro que lo están provocando para que comenta errores porque así ocurre en todas las democracias: los que van abajo en las encuestas atacan al que va arriba para bajarlo. Hay estrategas que piensan que deben explotar las debilidades del puntero; hay quienes creen que es mejor hacerlo en sus fortalezas. A AMLO les gusta pegarle en una de sus debilidades históricas conocidas: cuando se siente amenazado, se desespera, saca las garras y hace declaraciones que lo hacen ver como un intolerante.
Es lo que le pasó en Nueva York. En una reunión con inmigrantes mexicanos se aparecieron manifestantes que lo criticaron por sus vínculos políticos con dos personajes centrales de la desaparición (y presunto asesinato) de los 43 estudiantes de Ayotzinapa: José Luis Abarca, ex presidente municipal de Iguala, y Ángel Aguirre, ex gobernador de Guerrero. López Obrador aguantó vara: se mostró tolerante durante el evento que a la postre tuvo que suspender. Pero luego, cuando uno de los padres de uno de los estudiantes desaparecidos, le siguió reclamando, AMLO, quien ya se encontraba en su automóvil, lo calificó de “provocador”, le pidió que se callara (hay una disputa de si realmente dijo esto) y le recomendó que le preguntara a Peña y al Ejército qué había pasado con los 43 jóvenes.
Craso error por tres razones. Primero porque apareció, de nuevo, el López Obrador intolerante tildando de agitador nada menos que a uno de los padres de los jóvenes asesinados. Segundo porque, con esta actitud, quedó en evidencia que su discurso sobre la República amorosa es puro bullshit. Y, tercero, porque irresponsablemente culpó a las Fuerzas Armadas por lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014.
Posteriormente observamos al AMLO incapaz de reconocer un error y enmendarlo. En este caso, se negó a pedirle una disculpa a Antonio Tizapa quien perdió a su hijo en la trágica noche de Iguala. En cuanto al Ejército, declaró que, si gana en 2018, no lo va a utilizar “para masacrar al pueblo […] para reprimir a los mexicanos, no vamos a seguir con la misma política injusta e inhumana de querer enfrentar el problema de la inseguridad y de la violencia con medidas coercitivas, con el uso de la fuerza, con masacres, como lo han venido haciendo, quitándole la vida a seres humanos”. Es muy grave lo que está afirmando: que en la actualidad el gobierno usa a las Fuerzas Armadas para masacrar a la población civil. Por eso, supongo, le recomendó a Tizapa preguntarle al Ejército qué había pasado con su hijo. Eso sí, para que no se vaya a enojar la tropa, AMLO también prometió que les va a subir el salario a los soldados, marinos y policías si gana en 2018.
Así el caso más reciente. Pero, en su larga historia por llegar a la Presidencia, hay muchos más. El tabasqueño no sabe cómo reaccionar cuando lo critican, presionan, provocan o atacan. Se desespera y enseña los colmillos. Fox lo entendió bien y le agarró la medida. Si bien el entonces Presidente tuvo que recular en su ignominioso intento por sacarlo a la mala de la competencia de 2006, el desafuero le amargó la vida al tabasqueño quien más pronto que tarde mandó a callar a un popular Fox comparándolo con una chachalaca. Craso error que no corrigió y que le costó una caída en las preferencias electorales. Luego el PAN sacó un spot acusando a López Obrador de sobre-endeudar al Distrito Federal cuando fue jefe de gobierno. Era una falsedad que el tabasqueño no supo contestar. Ridículamente envió a la escritora Elena Poniatowska a solicitar que dejaran de atacar a AMLO porque él era una buena persona.
A estas alturas del partido, siendo la tercera competencia de López Obrador, ya debería haber aprendido que van a haber muchos casos de críticas, presiones, provocaciones y ataques y que, ante esta realidad, necesita una estrategia profesional seria. En las campañas modernas, un candidato requiere un grupo de expertos que se reúna todos los días en un “cuarto de contienda” (war room, en inglés) para ver cómo aprovechar coyunturas, corregir errores y contestar ataques. Tengo la impresión que AMLO no tiene un grupo así de apoyo. Que, como en 2006 y 2012, su campaña la lleva toda él: toma las decisiones, diseña la narrativa, mete los goles, comete los errores y trata de corregirlos si se le paga la gana. La pregunta es si este “hombre orquesta” tendrá la capacidad de enfrentar las complejidades cotidianas de una campaña presidencial donde las críticas, presiones, provocaciones y ataques apenas están comenzando.


Twitter: @leozuckermann
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