2017-03-22 | 09:00:46

Los priistas están hoy más descobijados que nunca. Francisco Ávila Camberos se hizo a un lado y aunque en el fondo quería volver a buscar la presidencia municipal, pesó más la negativa familiar y con ello el PRI perdió la esperanza de ganar.

Los priistas no tienen una figura para pelear por la alcaldía de Veracruz y los que quieren no son rivales suficientemente fuertes para los contendientes de la oposición.

Una posible alianza de facto con el Partido Verde Ecologista no ayudaría mucho porque ese instituto político tampoco tiene figuras competitivas.

Eso hace avizorar que no habría una batalla capaz de detener el embate panista y que podría volver la racha blanquiazul, como la que se dio desde la elección de 1994 hasta la del 2007.

Quizá los priistas deberían reflexionar fríamente, con la cabeza y no con el estómago, por qué muchos jarochos aún extrañan a Paco Ávila y no a los priistas que volvieron tras la recuperación de la plaza llamada Veracruz.

Quizá la respuesta está en las obras públicas, en las puertas abiertas a la ciudadanía, en tomar en cuenta a los jefes de manzana y de cuartel como enlaces con el pueblo, a la cercanía con los habitantes de colonias populares.

Sin embargo los panistas y perredistas aún ven como un peligro a los priistas, y no precisamente por su competitividad, sino por su habilidad para metérseles hasta la cocina y sacarlos por la puerta trasera, como el cuento de la zorra y el conejito.

Al panista que más recordatorios familiares le hacen los panistas es a Alejandro Vázquez Cuevas ‘el Pipo’ porque abrió la puerta y hasta el zaguán. Hoy lo lamentan, y se la mientan.


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En la Cuenca del Papaloapan también se cuecen habas. Por ejemplo, en Tierra Blanca se decía que el panista mejor posicionado, según una encuesta, era Alfredo Ahuja Uscanga seguido por Francisco Araño Montero.

Sin embargo la dirigencia estatal de Acción Nacional no opinó lo mismo y los dejó fuera de la competencia tras una designación a la que los blanquiazules cuenqueños calificaron de “dedazo”.


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El tema Ricardo Monlui no puede olvidarse y quedar como una estadística más. Se debe dar un tiempo para que el Fiscal Jorge Winckler haga su trabajo y dé resultados, que se encuentre a los responsables y se les castigue.

De eso depende ahora la credibilidad de este funcionario autónomo. Tiene la pelota en su cancha, lo reclaman la familia, la sociedad y los periodistas. No puede haber un número 21 y todo quede impune.


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Ahora el apellido Sierra ha vuelto a sonar luego de que el exalcalde panista Francisco Ávila Camberos dijera que siempre no jugaba por el PRI y que Gustavo Sousa Escamilla anunciara su renuncia a la candidatura.

Sobre el posible emergente se sabe que el verdadero interés fue por Juan José Sierra Álvarez, actual presidente de Coparmex, a quien hace poco más de un mes le ofrecieron la candidatura los senadores José y Héctor Yunes, el alcalde Ramón Poo Gil y la delegada de Sedesol, Anilú Ingram Vallines, pero se sabe que no aceptó por no dejar su nuevo encargo empresarial.

Dicen que ahora su hermano Antonio Sierra Álvarez quiere subirse, pero que no cuenta con las mismas fortalezas que su hermano y que tiene cercanía con el exmandatario Fidel Herrera Beltrán, además de una campaña ecologista en contra por el fraccionamiento que construye en Boca del Río en inmediaciones de un manglar.