2017-04-20 | 10:15:10

Las capturas de Tomás Yarrington y Javier Duarte ¿representan un factor decisivo para que el PRI gane las elecciones el próximo 4 de junio?

¿Estas detenciones favorecen o perjudican la imagen de ese instituto político?

¿Esa acción de justicia convencerá al electorado para que sufrague por los candidatos del tricolor?

Tres interrogantes que se resuelven, de golpe y porrazo, con la siguiente frase: El PRI está en la lona, noqueado, como quedó Paquiao ante los poderosos puños de Márquez.

A lo anterior, hay que sumar el hartazgo de la ciudadanía por tanto saqueo cometido por funcionarios de distintos partidos políticos, principalmente del PRI.

La corrupción parece un mal incurable que debe ser erradicada con quimioterapia.

El exmandatario veracruzano es actor protagónico en la debacle electoral del PRI.

Nadie como él contribuyó para que los pocos bonos que le quedaban se derrumbaran.

Javier es el vivo ejemplo de una generación de jóvenes que cultivaron una ambición desmedida estimulada por años de impunidad.

El apoyo de la familia Herrera Borunda, lo llevó a la gubernatura de una entidad con historia, bullanguera y progresista.

Su ascenso fue vertiginoso.

Influyó en su designación la obediencia lacayuna para ascender en la corte palaciega que rodeaba a Fidel Herrera Beltrán.

Ya encumbrado se sintió El Todopoderoso.

Su palabra era ley.

Persiguió la gloria y se imaginó conquistarla por la inmensa fortuna sustraída.

A Carlos Loret le confesó: “No he robado un solo peso del erario público y no huiré del país. Me quedo para dar la cara”.

Duarte, mintió.

Se le investiga por presunta responsabilidad en los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero. Más lo que se acumule.

Se le detuvo en lujoso hotel del Departamento de Sololá, en Guatemala.

Por seis meses se escondió en Centroamérica, hasta que fue vencido por el sentimiento paternal y el deseo ferviente de estar con sus hijos.

Lucía obeso, soberbio y sonriente. No pudo avituallarse de los “polvos mágicos” que lo adelgazaron 30 kilos.

No opuso resistencia. La sangre se le acumuló en la cabeza.

Era el político mexicano más buscado en 190 países por el saqueo a los dineros del pueblo.

La rapacería que distinguió a su mandato, es referente de corrupción en el mundo, tan es así que será inscrito en el Récord Guinness como la peor de la historia.

Su audacia envolvió a los electores en una ilusión que tenía como base la prosperidad.

Ésta llegó, pero a sus bolsillos. A su familia. A sus amigos.





Se sintió hasta galán al conquistar jovencitas y maduritas quienes soñaron con cargos públicos y dinero.

A muchas les cumplió.

Otras, fueron borradas del escenario político.

Con el poder de la corrupción compró ilusiones y también mansiones, ranchos, aviones, hoteles, obras de arte y yates.

A sus 43 años, Javier deberá responder a la justicia mexicana por los delitos que se le imputan.

Le podrían dar una condena entre 20 y 40 años de cárcel.

A Karime, su esposa, la PGR le tiene abierta la carpeta de investigación FED/SEIFD/UEIDFF/ VER/001653/ 2016, iniciada a fines del año pasado por el Ministerio Público Federal.

Se le acusa de delincuencia organizada y lavado de dinero.

Hasta ahora no hay ninguna petición en su contra, pero no se descarta que sea requerida por la PGR.

Se dejó seducir por las mieles del poder.

Por su parte, Duarte inicia su Vía Crucis.

Paga los pecados de su ambición y soberbia.

En Veracruz, hay júbilo por su captura.

Pero ¿Y sus suegros?

¿Y Tarek?

¿Y Silva?

¿Y Gina?

¿Y los otros?