domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Un Presidente mentiroso
2017-05-04 | 11:50:44
La política es una profesión donde abundan los mentirosos. Candidatos que prometen una cosa y luego, cuando ganan, hacen lo contrario. Gobernantes que, sin pudor alguno, engañan a sus gobernados. Corruptos que juran nunca haberse robado ni un quinto. Izquierdistas que condenan la riqueza y después se beben un fino Bordeaux con un monopolista. Conservadores que se oponen al derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo pero llevan a su amante a abortar. En fin, que muchos políticos están acostumbrados a mentir porque en la política, a veces, se prospera engañando.
La ciudadanía lo sabe y, por eso, suele desconfiar de sus políticos. Pero también es cierto que hay enormes diferencias. Hay políticos más y menos mentirosos. Cuenta, y mucho, el peso de la oficina que ocupan. No es lo mismo ser gobernador de Colima que de Veracruz. Como no es lo mismo ser gobernador de Veracruz que Presidente de México ni Presidente de México que de Estados Unidos. Uno tiene más poder que otro. El habitante de Los Pinos no puede destruir a un país apretando un botón; el de la Casa Blanca, sí. En este sentido, la Oficina Oval es quizá la que más peso tenga en el mundo entero. Ahí se toman decisiones que no sólo afectan a los estadounidenses sino a otros países. Y el problema que tenemos todos los humanos es que ahí está despachando uno de los mentirosos más grandes de la historia mundial: Donald Trump.
Un mercader que no ha entendido que ya no está vendiendo condominios en Miami sino gobernando una súper potencia. Lo más preocupante de estos cien primeros días de Trump en la Casa Blanca es el total descaro con el que miente. En poco más de tres meses, ha rebasado al que se consideraba el más mentirosos de los presidentes de la época contemporánea: Richard Nixon. La credibilidad de la Casa Blanca está por los suelos en el mundo entero. Salvo los votantes de Trump que le siguen creyendo, los demás dudamos. Dice algunas cosas y hace lo contrario. Ladra y no muerde. Muerde y enmudece. Simplifica y exagera. Vive, al parecer, en una realidad alternativa. Es el típico desarrollador de bienes raíces que vende preciosos condominios en una increíble maqueta pero que entrega unos departamentos espantosos. En suma: un mentiroso profesional en la Casa Blanca.
Difícil saber dónde está uno parado con un tipo así. No nos lo tienen que contar a los mexicanos. Mucho nos ha amenazado con el tema del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y es la hora que no sabemos qué demonios quiere. ¿Negociar nuevas reglas de origen o salirse del acuerdo? ¿Imponer aranceles y cuotas? ¿Reorganizar los paneles de controversia? Todo está en el aire. Un día dice que está a punto de abandonar el Tratado y horas después afirma que le va a dar un chance a renegociarlo.
Desde luego que a los mexicanos nos importan los asuntos relacionados con nosotros: el TLCAN, el muro, la deportación de los inmigrantes indocumentados. Pero estos temas son menos importantes frente a otros donde lo que está en juego es la paz mundial.
Ahí está, por ejemplo, el caso de Corea del Norte. El Presidente de Estados Unidos amenaza con mandar una armada marina a ese país. Los barcos, en realidad, van en sentido contrario. Kim Jong-un se muere de la risa y sigue desarrollando sus armas nucleares. Otro más. Bashar al-Assad usa armas químicas en contra de su población. Trump ordena bombardear Siria mientras cena con el Presidente chino a quien le presume que ha enviado sus misiles a Irak. Xi Jinping no sabe si disfrutar o vomitar el pastel de chocolate que luego Trump presumiría en una entrevista.
En el mundo hay mucha gente que piensa que no fue Al-Qaeda el que organizó el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001. Hay decenas de teorías de la conspiración que incluyen la idea de que fue el gobierno de Estados Unidos el que mandó a derribar las Torres Gemelas. En lo personal, yo sigo creyendo la versión de que fue la organización de Bin Laden la que llevó a cabo los atentados. Con todo lo chocante que era Bush hijo, yo sí le creí a su gobierno, aunque luego perdió credibilidad al justificar la invasión de Irak con la falsa historia de que Saddam Hussein estaba construyendo armas de destrucción masiva. Vamos a suponer, ahora, que hubiera otro atentado en suelo estadounidense. ¿Cuánta gente, dentro y fuera de Estados Unidos, le va a creer a Trump? ¿A un mentiroso compulsivo? Terrible noticia para nuestro vecino del norte y el mundo entero que la mentira, en su máxima expresión, sea uno de los saldos de los cien primeros días de Trump en la Casa Blanca.







Twitter: @leozuckermann
Entradas Anteriores












NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México