domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Visita a una tienda de mota legal
2017-05-08 | 12:48:41
Hace poco fui a Colorado. Lo primero que hice fue visitar una tienda donde venden mariguana recreativa. Quería ver lo que estaba sucediendo en este nuevo mercado ya legalizado. Fue una experiencia sociológica interesantísima. Las autoridades mexicanas del Ejecutivo, Legislativo y Judicial deberían organizar viajes a estas tiendas para entender, de una vez por todas, que la prohibición de la cannabis no solo ha fracasado sino que es ya anacrónica.
¿Cómo encontrar un establecimiento comercial de mariguana en Denver? Resultó muy sencillo: abrí Google en mi celular y escribí “pot stores in Denver” (tiendas de mota en Denver). Salieron decenas de opciones ya calificadas con estrellas por parte de los consumidores. Escogí una bien calificada y que estuviera camino a mi destino final.
Llegué a un típico centro comercial pequeño de Estados Unidos: esos que tienen una docena de tienditas rodeadas de un estacionamiento. Había un par de restaurantes, una tintorería, una boutique y una zapatería. El negocio de cannabis estaba perfectamente identificado con un letrero. Una joven me recibió solicitándome una identificación para comprobar que era mayor de 21 años. Acto seguido, tocó un timbre y se abrió una pesada puerta de acero. Y es que la tienda está, en realidad, dentro de una enorme bóveda porque, aunque la cannabis recreativa es legal en el estado de Colorado, el gobierno federal de Estados Unidos la sigue considerando como ilegal; luego entonces, todo el comercio relacionado con esta yerba debe llevarse a cabo en efectivo. No se puede comprar con tarjeta o cheque ya que las autoridades federales podrían acusar de lavado de dinero a compradores y vendedores. Por la misma razón, los propietarios no pueden depositar el efectivo de sus ventas en bancos. Todo el negocio de la mariguana legal en Colorado se lleva a cabo en cash. Hasta el pago de los impuestos federales lo hacen absurdamente con billetes. El hecho es que, como las tiendas tienen miles de dólares en sus cajas, pues tienen que protegerse de posibles robos. De ahí que la tienda esté blindada.
El establecimiento estaba lleno. Había que tomar turno. Mientras tanto, se podía esperar en unos cómodos sillones. Unas seis personas atendían en los mostradores. Me tocó un muy amable joven hispano de padres chilangos. Me dio la bienvenida y se presentó como mi “experto en cannabis”. Le expliqué que venía de México para ver cómo operaban estas tiendas. Muy amablemente estuvo dispuesto a enseñarme el establecimiento y la mercancía.
Me explicó que lo primero que hay que decidir es si uno quiere consumir mariguana fumada o ingerida. Una pega de inmediato, la otra poco a poco. Para fumarla, se vende la flor de la mariguana. El consumidor se la fuma a su antojo en cigarros o pipas que van desde lo más simple a lo más sofisticado. También se ofrecen cigarros ya hechos. Pero lo que más se vende hoy en día son los cigarros electrónicos. La tienda ofrece los cartuchos con el aceite de THC, el componente psicoactivo de la cannabis. Esta manera de fumar tiene la ventaja que no apesta a mariguana. De hecho, se pueden adquirir cápsulas con diferentes sabores (piña, fresa, etcétera). En cuanto a productos ingeridos, observé que había bebidas, gomitas, pastelillos, paletas, barras, aceites, bocadillos, dips y chocolates.
Segundo, me explicó el especialista, hay que escoger la variante de mariguana a consumir. Hay tres tipos: sativa que pone alegre, indica que relaja y mezclas de las dos. La tienda ofrece distintas clases dependiendo lo que quiera el consumidor: mejorar el humor, aumentar la productividad, dormir placenteramente, bajar la ansiedad social, motivar la mente o incitar una mayor actividad.
Una vez escogido el producto, se paga en efectivo –si no se lleva cash, hay un cajero automático en la tienda– y voilà. El amigo que me atendió me dijo que no se daban abasto desde que habían abierto el negocio. Su único problema: tener que manejar todo en efectivo. Por ley, toda la mariguana que se vende en Colorado debe producirse en ese estado. “Aquí se acabaron los carteles de la mariguana”, se despidió de mi el vendedor con una gran sonrisa.
Regresé a México y le conté a un amigo muy pacheco sobre esta experiencia sociológica. Le dije que, de seguir así, los estadounidenses acabarían exportando mariguana a México en lugar de importarla desde nuestro país. Me vio con ojos de ternura y me dijo: “esas cápsulas para cigarros electrónicos que viste ahí ya me las trae mi dealer a mi casa”. Pues sí: resulta que ya estamos importando productos de mota con valor agregado desde Estados Unidos. Pero no nos preocupemos porque aquí ya legalizamos la cannabis con fines medicinales. Vamos bien: a paso de tortuga.
Twitter: @leozuckermann
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