2017-06-29 | 09:16:45

El pueblo de Veracruz, ha perdido, contra su voluntad, la alegría que lo ha caracterizado.

Ese pedacito de patria que sabe sufrir y cantar, clama paz y seguridad en sus vidas y bienes.

No alcanzan los sortilegios de la música para sublimar y cambiar la condición del único, inconfundible y atormentado lar de políticos corruptos que se enriquecieron de manera indiscriminada.

Ahí está el desastre económico heredado por Javier Duarte, quien

ahora, en una actitud desafiante envía mensajes al gobernador Yunes Linares al sostener que las acusaciones que se le imputan, son irrisorias, vagas, ligeras, imprecisas e infundadas.

Además, lo señala de presidir un gobierno fallido.

A Veracruz le llueve sobre mojado.

Regresó con más fuerza el rostro de la inseguridad transformada en implacable masacre que en un solo día dejó un saldo superior a 20 muertos.

Hay pánico por doquier y descrédito en las autoridades.

Los delincuentes se enfrentan a plena luz del día.

Habrá más homicidios sueltos y más violencia, si se aprueba el proyecto de la Corte Suprema que posibilitaría la liberación de reos de alta peligrosidad, acusados de portación y acopio de armas exclusivas de las Fuerzas Armadas.

En campaña política el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares garantizó erradicar este terrible mal en 6 meses “para que la gente viva tranquila y porque sé cómo hacerlo”, remató.

Estimulantes mensajes que tranquilizaron en su momento a un pueblo herido de muerte por los mercenarios de la política.

Es importante cuidar las promesas de campaña, pues por venir de quien vienen, serán siempre sopesadas y sujetas a escrutinio.

El jueves 22 de junio Yunes Linares dio a conocer que el grupo Coordinación Veracruz atacaría “300 objetivos específicos” generadores de violencia, entre ellos la delincuencia organizada que se confronta por el dominio de actividades ilícitas.

La reacción no se hizo esperar.

Dos días después, la entidad se vio sacudida por un terremoto feroz que se convirtió en un túnel sin luz.

Llegó el sábado teñido en sangre.

En 24 horas más de 20 asesinatos. Cada hora un sacrificado.

Se han vivido las peores jornadas violentas que incluyen la decapitación, hasta la ejecución de altos mandos de la Policía Federal.

Para el periódico Reforma, el grupo armado responsable del ataque a elementos de Policía Federal pertenecería al Cártel Jalisco Nueva Generación quien disputa con Los Zetas territorios y control de actividades ilícitas como extorsión y ordeña de ductos.

El mismo diario difunde que los asesinatos intencionales se han duplicado durante la gestión del gobernador panista Miguel Ángel Yunes, quien, al asumir la administración afirmó que una de sus prioridades sería la seguridad.

Es creencia, cercana a la convicción, que estos amedrentadores acontecimientos están en la entraña de la usual disputa por el poder y sus delirios, por los negocios cuantiosos que son causa de los afanes políticos.

La repugnancia y miedos que suscitó este crimen de toda crueldad y saña, motivó que la opinión pública y social se virtiera indignada, reclamando justicia inmediata.

Es más, las redes sociales se saturaron de oraciones y peticiones divinas para erradicar esta enfermedad crónica llamada inseguridad.

Este oprobioso crimen, nada extraño a la violencia que padece Veracruz, tiene a los ciudadanos en jaque y desesperados porque está en riesgo su integridad física.

La organización Alto al Secuestro en sus análisis periódicos ubica al puerto de Veracruz como la demarcación más violenta del estado, seguida de Xalapa, Coatzacoalcos, Poza Rica y Córdoba.

La gente está ansiosa de vivir en paz en compañía de sus seres queridos. Quiere seguridad, quiere justicia, quiere empleos y salud.

Es tiempo de la reconciliación, porque de continuar los agravios, ningún mandatario, sin importar su ideología partidista, podría ejercer una ejemplar administración.

Solo unidos, pueblo y gobierno, podrán salvar a Veracruz, que ya se cansó de sufrir y cantar.

No hay que dejar que el ego nos aleje del propósito.