jueves, 30 de mayo del 2024
 
Por Cecilio García Cruz
Columna: Duarte, el hedonista
Duarte, el hedonista
2017-07-06 | 10:29:28
Era otro. Distinto. Más serio y parco, aunque bromeó, brevemente, con un periodista.
Intentó esbozar una conseja popular sevillana, de Santiago Montoto, pero erró. Le falló la memoria, como le fallaron sus incondicionales de su gobierno corrupto.
Olvidó que la memoria es un término femenino, por tanto infiel. Nadie entendió lo que pretendió decir. Se tropezó con su propia lengua.
La expresión española que manifestó se aplica cuando una persona se siente acorralada, y la utiliza como un recurso para salir bien librada de una pregunta incómoda. Pero así se las gasta don Javier Duarte.
Hombre narcisista, terco como una mula, impulsivo y extremadamente hedonista.
Perseverante, analítico e inteligente.
Actúa por necesidad de control y solo después de ver las consecuencias corrige.
No tiene empatía.
Construye su propio contexto y realidad que no coincide con el resto de las personas. Para rematar, tiene una personalidad obsesiva-compulsiva, con un alto nivel de estrés, agresividad y mal genio.
De acuerdo a diversos psicólogos veracruzanos, sus expresiones dibujan a una persona despreocupada que no está en una situación embarazosa.
No se percibe a sí mismo como un ciudadano acusado de delitos graves.
Y como buen narcisista que es, cambia de look, pero descuida la alimentación, por eso el sobrepeso. Es comedor compulsivo. Extraña las tortas de jamón envinado y de pierna de La Rielera. Extraña Peñuela.
Por su dogmatismo, es inflexible y mantiene sus opiniones como verdades absolutas.
Salvador Díaz Reyna, grafólogo, consultado por El Universal deduce que es un hombre resentido que pretende archivar el pasado.
“Es una persona que cuida poco el dinero y es hedonista; le gusta la satisfacción plena personal. No hay límites para satisfacer lo que él quiere”.
Los psicólogos puntualizan que ese “extremado hedonismo” será su perdición, “pues no maneja límites propios”.
Es Duarte, quien llegó a la segunda audiencia para enfrentar las imputaciones y lograr su traslado a su país.
En su primera comparecencia se allanó a la extradición para enfrentar a la justicia estatal a la brevedad posible.
Esa extremada confianza no es normal en alguien que está acusado de una serie de delitos que lo pueden retener algunos años en la cárcel.
En la segunda audiencia, se declaró inocente de las imputaciones por lavado de dinero y delincuencia organizada.
En esta ocasión, se le observó serio, reflexivo y se allanó al trámite de extradición, por lo que en 10 días podría estar de vuelta en México.
Llegará, eso dicen, directo al Reclusorio Norte (RENO).
El exmandatario actúa con la naturalidad de quien sabe que todo el show mediático llegará a su fin en breve tiempo.
Su nerviosismo lo manifiesta con movimientos de cabeza, de izquierda a derecha, y manos.Sin embargo, su hipertensión lo delata. Su presión arterial late con más fuerza. Atrás quedaron los “menjurjes” que le adelgazaron arriba de 30 kilos. Hay sobrepeso.
Ahora le suministran antidepresivos.
A pesar de su actitud displicente --- con sorna algunas ocasiones---, sabe que pronto enfrentará la realidad en cuanto pise territorio nacional. Se siente protegido y sabe que pronto se desvanecerán las acusaciones que se le imputan. Por ello su prisa para volver, más no regresar.
Para ser nuevamente el hedonista compulsivo que procura el placer sensorial y bienestar en todos los ámbitos de la vida.
Hay que recordar que los psicólogos puntualizan que Duarte es “extremado hedonista”, lo que será su perdición “pues no maneja límites propios”.
Ya en nuestro país, Duarte deberá tener paciencia, prudencia y continencia, para enfrentar la justicia mexicana.
Y nos daremos cuenta quiénes de sus excolaboradores harán presencia o ausencia, según su conveniencia.
En Pacho Viejo hay caras largas que reflejan preocupación, porque en 10 días, su exjefe, su expatrón, tendrá mayor acceso a la información auténtica que han externado varios exfuncionarios del duartismo.
Sabrá quien le fue leal y quien lo traicionó.
Al salir de la diligencia judicial, Javier Duarte levantó el dedo pulgar de la mano derecha, en señal de victoria.


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