2017-09-20 | 11:02:12

Es realmente estremecedor observar como en cuestión de minutos, se pueden perder tantas vidas, tras derribarse inmuebles con motivo de un terremoto. Hoy nuestro país se encuentra de luto y mientras algunos, aún podemos contar lo ocurrido, muchos se encuentran atrapados entre los escombros, principalmente en Ciudad de México, Morelos y Puebla donde, las cifras de pérdidas humanas aumentan con el pasar de las horas.
Como hoy lo relatan las mayorías, ha impactado la coincidencia, ya que los dos sismos más destructores se presentan el mismo día, solo que, con 32 años de diferencia; el de 1985 fue de 8.1 grados, el de ayer de 7.1. A las 11 de la mañana en la ciudad de México se activó la alerta sísmica como parte del simulacro en conmemoración de aquel terremoto que acabo con miles de personas, pero dos horas con diecisiete minutos más tarde, la alerta volvió a sonar ¡ya no era una simulación! era un realidad que confundía a ciudadanos mientras observaban como edificaciones se colapsaban.
La gran diferencia, de aquel terrible sismo y éste, lo hacen las redes sociales, hoy como nunca, se inunda de imágenes de edificios desmoronándose, de lugares siniestrados en tiempo real y solo con un teléfono en mano se puede informar al mundo de lo que está ocurriendo; alertas, imágenes, avisos donde se observan la magnitud de los daños, sin esperar los noticieros o los periódicos; incluso llamadas de auxilio a través de whatsapp de personas atrapadas en los escombros.
En Veracruz, el temblor también nos sacudió, pero afortunadamente los daños fueron menores, pero con solo observar las averías en Puebla, Morelos, Estado de México y Ciudad de México, no dan ganas de nada más; justo hoy, al escribir estas líneas, me encuentro bloqueada de solo pensar la terrible noche que pasaran todas esas familias que no encuentran a sus pequeños tras derrumbarse colegios, donde tomaban clases o bien los padres, los abuelos y demás familiares en calidad de desaparecidos, perdidos en los escombros con vida o quizás ya muertos. Doloroso sin lugar a dudas.
No hay palabras, de pronto se bloquean, la voz se quiebra y los dedos parecieran endurecerse frente al teclado de la computadora, mientras los pensamientos solo se encaminan a lo que, aquellos pobladores de los citados estados están padeciendo. Superstición o no, religión o no, lo cierto es que la mayoría refiere que la coincidencia de las fechas es impactante. La tierra protesta y nosotros nos aterrorizamos.
Aquí en Veracruz, al temblor, se suma al desempleo y la inseguridad y por supuesto todo eso que se desprende de la politiquería y la guerra por el poder, con un gobernante que muestra sendos rasgos autoritarios y una sonrisa simulada en la búsqueda por perpetuar el poder a través de su hijo, quien no desaprovecha espacio alguno para atraer reflectores, en fin que, con lo ocurrido hoy en nuestro país, podemos reflexionar que somos tan insignificantes ante la imponente y enojada naturaleza, que desanima ver como la disputa se centra en el poder y no en la búsqueda de la satisfacción ciudadana.
De ahí que la sacudida también tiene que provenir de los gobernados para exigir a sus autoridades mayor empatía con las necesidades y en la resolución de problemas, de lo contrario siempre caeremos en lo mismo, insatisfacción y escasas oportunidades de mejorar; por ahora nuestro país ésta de luto y no es para menos; mandemos buenos deseos y sí es posible ayuda para que se logre rescatar el mayor número de personas con vida. ¡Así las cosas en nuestro país!