2017-11-28 | 08:48:28

Este lunes pasado el PRI hizo vivir a los mexicanos un flashback. Como si no hubiera pasado el tiempo, este partido político reinstauró el “dedazo” y el “destape” del “tapado”; prácticas que creímos muertas con la salida de tricolor de Los Pinos en el 2000.

Enrique Peña Nieto siguió puntualmente toda la ortodoxia de la sucesión, como en la vieja escuela de su partido. Primero quiso despistar a los despistados, recordando el “no se hagan bolas” de Carlos Salinas y luego, realizó el destape de su proyecto transexenal, con la “cargada” y “bufalafa” incluida.

Incluso el PRI y el Presidente regresaron los pasos también en el perfil del candidato, fue una suerte de ¿en qué nos quedamos? Pues nuevamente se siguió la receta de los tecnócratas, es decir candidatos emanados de (primero) la Secretaría de Programación y Presupuesto y posteriormente la Secretaria de Hacienda y Crédito Público.

La nominación de el exsecretario de Hacienda, José Antonio Meade, tiene repercusiones también en las candidaturas de los estados, pues siguiendo esa ortodoxia de la que ya hicimos referencia y que Peña Nieto parece respetar tanto, el candidato tiene voto de calidad para elegir a quienes lo acompañarán a su vez como candidatos en los estados.

Como es público, el Senador José Yunes Zorrilla sostiene una relación muy estrecha con el ahora precandidato priísta , por lo que es lógico inferir que tendrá todo su respaldo para obtener la candidatura al Gobierno de Veracruz.

De tal manera que al destapar a Meade, también se va aclarando el panorama de por dónde vienen las candidaturas. En ese mismo sentido, el aspirante derrotado Miguel Ángel Osorio Chong puede llevar mano, producto de las negociaciones, para proponer a -por ejemplo- candidatos al Senado y ahí se abre la puerta para Anilú Ingram.


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