sábado, 18 de mayo del 2024
 
Por Carlos de Jesús Rodríguez
Columna: Por si acaso
El émulo de Benito Juárez
2018-05-07 | 08:42:07

A PROPÓSITO del 5 de Mayo, fecha épica en la memoria de México ya que en 1862 –según registra con egoísmo la historia-, un puñado de militares –y gente del pueblo- al mando del General Ignacio Zaragoza vencieron al Segundo Imperio francés encabezado por Charles Ferdinand Latrille durante la Segunda Intervención Francesa, y decimos que egoístamente registra la historia, porque pocos dan el lugar que merece en esa epopeya el, entonces, general brigadier Porfirio DíazMori, quien logró romper el cerco que mantenía sitiado al ejército nacional, haciéndolo huir y, no solo eso, los persiguió hasta casi aniquilarlos, y solo se detuvo ante la instrucción tajante de Zaragoza quien, el mismo día (5 de Mayo de 1862), escribiría una carta al Presidente Benito Juárez García, mencionándole los detalles de la batalla, y haciendo hincapié en “el empeño y bizarría del ciudadano general don Porfirio Díaz”.


 


Y aunque ese no es el tema central de este artículo, sirvan estas líneas para honrar a uno de los mejores Presidentes que ha tenido el País, ya que no solo logró apaciguarlo tras la guerra de independencia, la reforma, la invasión francesa y el fugaz imperio, sino que logró estabilidad entre el peso y el dólar, mantuvo la frente en alto ante los Estados Unidos y privilegió el desarrollo a través de las vías de comunicación, construcción de puertos, inmuebles de primer mundo y enlazando al territorio vía el ferrocarril y otras rúas.


 


DON PORFIRIO Díaz solía decir, y las cosas no han cambiado desde entonces a la fecha, que “los mexicanos están contentos con comer desordenadamente antojitos, levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir a su trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia y obtener licencias con goce de sueldo, no faltar a las corridas de toros, divertirse sin cesar, tener la decoración de las instituciones mejor que las instituciones sin decoración, casarse muy jóvenes y tener hijos a pasto, gastar más de lo que ganan y endrogarse con los usureros para hacer posadas y fiestas onomásticas”, y rubricaba: “Los padres de familia que tienen muchos hijos son los más fieles servidores de gobierno por su miedo a la miseria; a eso es a lo que le tienen miedo los mexicanos de clases directivas: a la miseria, no a la opresión, no al servilismo, no a la tiranía; a la falta de pan, de casa y de vestido, a la dura necesidad de no comer o sacrificar su pereza”.


 


Y AUNQUE parezca duro decirlo, en México no se está luchando por un cambio de paradigma y, ni siquiera de esas viejas costumbres que enumeraba Díaz, y en ese sentido busca echar abajo una reforma educativa que obliga a los futuros profesores frente a grupo a ganarse un espacio en las aulas, que les exige mayor preparación y los pone en el dilema de estudiar y actualizarse o verse ante el riesgo de perder su plaza.


 


Basta señalar que el 57 por ciento de los mexicanos trabaja en la informalidad, lo que representa un aumento de 1.1 por ciento respecto al mismo periodo de 2016, y no por falta de empleo, sino porque se rehúsan a pagar impuestos, a percibir un salario formal que les induzca a cumplir obligaciones fiscales, siendo unos cuantos los que si cumplimos con esa obligación que brinda beneficios sociales a todos por igual, algunos sin merecerlos por estar sustraídos a la aportación de gravámenes.


 


EN MÉXICO, sin duda, existen muchos individuos que distan de ser como los concebía el veterano dictador –quien, en realidad, emulaba a su maestro Benito Juárez García, de quien fue discípulo en el Instituto de Ciencias Jurídicas de Oaxaca, siendo en ese momento cuando la forma de pensar que tenía cambió radicalmente, porque siendo Juárez su maestro, el que luchaba contra los conservadores y sería el presidente de México, Díaz decide entrar al ejército para defender a su País de los invasores.


 


La imagen que don Porfirio tenía de los mexicanos en su época fue de acuerdo a su estricta visión; ahora, bajo metodologías innovadoras, sabemos que la corrupción es un problema grave que inhibe el desarrollo económico de México a diferencia del pasado que era el acaparamiento de tierras y explotación laboral que, también, es corrupción.


 


Y AHORA que varios partidos se disputan la Presidencia del País, con una izquierda en amasiato con la derecha más conservadora, y otra izquierda desbalagada que se torna radical hasta rayar en la intolerancia, cabe otra frase del héroe de la guerra de intervención de 1862: “Si en la República llegase a surgir un partido de oposición, le miraría yo como una bendición y no como un mal, y si ese partido desarrollara poder, no para explotar sino para dirigir, yo le acogería, le apoyaría, le aconsejaría y me consagraría a la inauguración feliz de un gobierno completamente democrático”.


 


Pero en México la derecha engulló a la izquierda, y lo que aún queda de ésta engulle a los personajes más corruptos y bandoleros y les convierte en héroes, los premia con senadurías y diputaciones, y el pueblo que le sigue, ciego ante su profeta, todo lo aprueba, y acaso en el sexto o quinto año de gobierno si es que gana la elección presidencial, ese mesías pregunta al pueblo en un enmascarado referéndum si desean que siga gobernando, y como zombis asentirían sin voluntad, llevando a México a otra dictadura como la que ahora experimentan Venezuela, Colombia y Cuba, emulando al Juárez –que dice admirar y al Díaz –que rechaza-.


 


Y ES que si bien a Juárez se le reconoce su lado liberal y patriótico que lo muestran cómo el héroe mexicano que instauró la Nación después del periodo de transición a partir de la independencia del imperio español, separando al Estado de la Iglesia, creando las Leyes de Reforma, manteniendo la República ante la invasión francesa y sobreviviendo al segundo imperio –el de Maximiliano-, lo cierto es que Juárez ocupó varias veces la presidencia de México del 18 de Diciembre de 1857 al 18 de Julio de 1872, y de no ser por una angina de pecho que le cegó la vida, tal vez habría estado en el poder más años que el propio Díaz, a quien se le sigue regateando, incluso, su gallardía y entrega en la batalla del 5 de Mayo de 1862.


 


LO DIJO Luis Donaldo Colosio en aquel célebre discurso del 6 de Marzo de 1994 frente al Monumento a la Revolución a propósito de lo anterior: ¡México no quiere aventuras políticas! ¡México no quiere saltos al vacío! ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces! ¡México quiere democracia, sí, pero rechaza su perversión: la demagogia! Así de simple.


 


OPINA carjesus30@hotmail.com



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