La voz del pueblo es la voz de Dios. Así afirmaban los romanos en épocas pretéritas de su grandeza… En una democracia la mayoría decide. Puede estar errada, pero un voto puede hacer la diferencia. En este caso no fue un voto, fueron millones.

Sin embargo, la obsesión de AMLO por alcanzar la presidencia duro dieciocho largos años. Son muchos años de bregar y luchar en muchos frentes para que seis, de su término constitucional, le basten. De allí uno de mis temores.

En nuestra historia, la renovación sexenal constituye una esperanza para los mexicanos, arrebatársela o pretender hacerlo, puede incendiar al país. Ese es mi segundo temor y el ultimo es que, disposiciones disparatadas traigan el caos e intervengan las fuerzas armadas.

No quiero ni pretendo ser agorero de malos presagios y es muy pronto para siquiera enunciarlos. Así y contrariamente a la opinión de los distinguidos columnistas universitarios que forman la planilla de esta prestigiada tribuna, mi derecho a diferir y hacerla pública, gracias al maestro Robles, sigo sosteniéndola.

La historia y las matemáticas no mienten y la humanidad ha sido proclive a creer en los Mesías que aprovechando el descontento y la soberbia de la clase gobernante han llevado a los países a verdaderas tragedias. Porfirio Diaz, Hitler, Mussolini, Stalin, Maduro, etcétera, son solo unos ejemplos de los últimos tiempos.

Deseo fervientemente estar equivocado y que al futuro presidente le soplen vientos de fronda y pueda cumplir con tantas expectativas y esperanzas de los millones que lo eligieron. Concedámosle el beneficio de la duda.

Por otra parte, el efecto AMLO fue avasallador, pero también recordemos que el PRI y el PAN dieron motivos más que suficientes para el voto de castigo.

Lástima que esos sentimientos negativos hayan maltratado a buenos candidatos porque debo insistir en que Miguel Ángel Yunes Márquez es incuestionablemente mejor candidato que Cuitláhuac.

Debo, por la más elemental cortesía, agradecer al maestro Robles sus elogiosos e inmerecidos conceptos brindados a mi persona en su leída columna, pero debo aclarar que no tengo el corazón azul, no soy panista ni pretendo serlo y menos aun soy de extrema derecha. Mis orígenes no lo permitirían.

Si y lo reconozco, vote por los candidatos del PAN, pero, en honor a la verdad, fue por considerar que hombre con hombre, eran mejores candidatos que sus contrincantes. Lo de la monarquía no pasa de ser una tontera ni siquiera original.

La familia del Mazo en el estado de México corrobora mi afirmación. Reconozco que el momento político para Miguel Ángel Jr. no era el más propicio. Su cercanía con al actual gobernador, lejos de beneficiarlo lo perjudicó.

El joven y brillante político no tiene cola que le pisen. Fue alcalde y diputado en dos ocasiones y su experiencia como político y administrador, atributos que le son ajenos al triunfador. Pero vendrán mejores tiempos. Es joven, trabajador, estudioso y puede y tiene la gran ventaja de conocer la cancha, al público, al balón y la grama. Será cuestión de tiempo.

Gobernar es desgastante, máxime cuando se ha prometido tanto y se vienen tiempos difíciles. México no es una ínsula y baste recordar una frase atribuida a Porfirio Díaz. “Cuando a Estados Unidos le da tos, a México le da pulmonía”... y en estos momentos cada vez que Trump estornuda, la Bolsa Mexicana de Valores sufre graves descalabros y nuestro pobre peso sufre más de lo ya padecido.

En fin, los papeles se van a invertir. El joven político se puede mover hacia donde quiera y quien gobierna tiene que soportarlo. Puede hacer lo mismo que AMLO hizo por dieciocho años y Fidel Herrera por seis.

Démosle tiempo al tiempo y desear por el bien de todos, que AMLO sea quien inicie una etapa de paz y prosperidad compartida y obtenga para este pobre país un gobierno honesto, preparado y responsable y desde luego mejor que los que ha tenido.