Llegó minutos antes de las 11 de la mañana, se refugió en la coordinación de los diputados panistas y luego evitó salir por donde la prensa y curiosos lo esperaban, descendió por atrás, por unas escaleras que lo conducen al segundo nivel, pero alguien dió el aviso y los fotógrafos y comunicadores corrieron presurosos para alcanzarlo antes de que ingresara al recinto donde se celebraría audiencia.

Vestía traje sastre negro y una corbata color fiusha que le distinguía del resto de los “trajeados” que lo acompañaba y se perdían entre colaboradores, escoltas y aplaudidores; la primera impresión que quiso dar fue de victoria y seguridad pues caminaba sonriente y declaraba con sesgos de seguridad; a cuestas solo traía una mariconera café que colgaba de un hombro caído, mientras sus abogados apenas asomaban unos documentos en un sobre tamaño carta.

Tras declarar, ingresó al auditorio, avanzó unos pazos y giró 180 grados para efectuar una señal de triunfo que quiso fuera fotografiada para después enmarcarla; de inmediato reviró, retomó el camino y se perdió de la vista de los reporteros.

Luego llegaron los diputados panistas, quienes ya alentados empezaron a provocar –sí así, como si se tratara de un grupo de choque que intentaba tronar la primera audiencia de pruebas y alegatos- y así mientras Maryjose y Sergio Hernández armaban tremendo drama, Reyes Peralta accesó con su equipo de abogados, entre ellos su hijo, no sin antes insistir que ellos exigieron la publicidad de tal acontecimiento.

Quizás lo más grotesco ahí observado fue ver a Maryjose agredir a un abogado del despacho de Reyes Peralta y –según testigos- arañar a una mujer policía que impedía que ésta ingresara por la fuerza al recinto; y sí, cuando hablo de incoherencias lo digo porque mientras éstos gritoneaban que la audiencia debía de ser pública, resulta que quien precisamente pidió que no existiera acceso al público y a medios de comunicación fue Jorge Winckler.

Adentro, mientras los azules seguían con una obra teatral que hasta parecía real, según imágenes de Reyes Peralta, el Fiscal General se sobaba las manos con nerviosismo, mientras uno de sus abogados le daba una sobada en la espalda como para confortarlo.

Antes de las 14 horas, Winckler pidió un receso y no salió, ahí se quedó, dicen algunos auxiliares del Congreso que preparaba los alegatos en su favor.

Cerca de las 4 de la tarde arrancó nuevamente la audiencia; al cierre de esta columna, continuaba y terminó a las 21 horas con 45 minutos. No le resultó fácil, no como lo aparentó, aunque está cierto de que tiene amplias ventajas de aplazar este juicio, a ratos parece disfrutar el desconocimiento de muchos y la falta de experiencia de otros para ejercer el poder.

Y ya entrando un poquito en lo legal, cabe aquí precisar que, tras la celebración de ésta audiencia de pruebas y alegatos, sí de las constancias del procedimiento se mostrara la responsabilidad del servidor público, la Comisión Permanente Instructora informaría que está legalmente comprobada la conducta o el hecho materia de la denuncia y por lo tanto la responsabilidad del Fiscal, por lo que se elaboraría un dictamen que se enviará a la Secretaría General, quien enlistará el dictamen en la próxima sesión donde se informará al pleno que se erigirán en jurado, informándoles la sustanciación de lo determinado.

Ahí en esa sesión, la defensa de Winckler podrá replicar, de ahí el acusado se retirará junto con su defensa y las dos terceras partes del número total de integrantes determinarán si ha lugar a continuar con el procedimiento, poniéndolo de manera inmediata a disposición de la Sala Constitucional del Tribunal Superior de Justicia donde Edel Álvarez ya advirtió que se podría tardar hasta un año en resolver.

Lo contrario a todo éste escenario, sería que, si no se logra el voto necesario, el expediente se archivará y asunto olvidado.

¡Así las cosas queridos lectores, tengan ustedes un excelente jueves ¡ya casi es viernes!”.

@magzamu