Un viejo proverbio popular puntualiza que “nadie escarmienta en cabeza ajena”.

Esto significa que solamente somos capaces de aprender de nuestras propias experiencias y no de otros.

Los errores, las equivocaciones y las adversidades de las personas son una fuente de enorme aprendizaje para nosotros.

Sin embargo, los conocimientos ajenos no son suficientes para convencernos o desengañarnos de lo que debemos o no hacer.

Solo escarmentamos cuando vivimos, en carne propia, aquello que podíamos haber evitado.

Esto sucede a menudo en la política.

En Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez asumió el mando del poder ejecutivo sin ninguna experiencia de gobernabilidad, en una entidad que rebasa ya los 8 millones de habitantes.

Sin embargo, su curva de aprendizaje, ese lapso que siempre se da a los nuevos gobernantes, tiene que ser muy corto: dos meses como máximo para dar resultados.

Sin duda, la inminente visita del presidente López Obrador mañana viernes 1 de febrero, será el punto de quiebre para el despegue definitivo de la administración morenista.

Pero Cuitláhuac, por el bien de Veracruz, debe sacudirse, literalmente, de funcionarios que no han entendido que son gobierno y por inexperiencia, apatía o ingenuidad, no están a la altura de las exigencias, retos y necesidades del Estado.

Son muchos los miembros del gabinete que han sido rebasados en el breve tiempo que llevan como “servidores públicos”.

Enseñaron muy rápido el cobre: frivolidad, arrogancia, traición y carentes de oficio político.

El propio presidente de la Mesa Directiva, José Manuel Pozos Castro, señaló “no descarto la posibilidad de que exista algo que se llama deslealtad y traición al interior” (Gabinete). E insistió que el mandatario debe revisar quién está del lado del Ejecutivo y quienes son los traidores.

¿Serán azules o morenos los que filtraron los audios del gobernador?

Algunos son bisoños en actividades gubernamentales y otros tienen un poco de experiencia pero no han demostrado eficiencia.

La sacudida debe ser a todos los niveles. De arriba para abajo, como dice el presidente López Obrador so riesgo de exponer el desarrollo de uno de los estados más codiciados de México.

Desde el segundo de a bordo, hasta los titulares de los organismos descentralizados, que se mueven con demasiada lentitud, ante los desafíos de la realidad veracruzana.

Lo primero que deben entender los funcionarios novatos es que son gobierno y que atrás quedaron los tiempos de oposición y campaña político-electoral.

No son intervalos de protestas, alharacas y declaraciones, como deben resolver los problemas, pues son ellos los responsables. Hay que arrastrar el lápiz, hacer labor de campo y, sobre todo, ser eficientes.

Hay algunos que se vanagloriaron como auténticas “chuchas cuereras”.

Eric Cisneros trae la práctica acumulada en Baja California Sur; Hugo Gutiérrez Maldonado la que adquirió en Nuevo León y José Luis Lima Franco, lo atesorado en Cdmx.

Por nombrar a los más prominentes.

De los tres mencionados, sólo el de Finanzas ha demostrado su sapiencia y honorabilidad.

Lima Franco, sin hacer mucho ruido, cumple con la encomienda y se maneja con un bajo perfil, alejado de los reflectores.

Sabe muy bien que primero es el uno.

Sabe también, cuidar su imagen pública.

Todo lo contrario de Eric Cisneros. Éste es proclive al protagonismo, que no va con un secretario de Gobierno, que debe desempeñarse más en la sombra que a pleno sol.

Poco a poco le está bajando rayitas a su actividad pública. La desagradable experiencia vivida en Chinameca, donde, por su insensibilidad, los pobladores se rebelaron y pusieron en riesgo la integridad física de García Jiménez.

El tema del tiradero de basura sigue pendiente.

Por su parte, el titular de Seguridad Pública tuvo un pésimo arranque al presentarse pistola en cincho en una institución educativa, lo que provocó fuertes críticas; por fortuna se disculpó.

Además, sus declaraciones han sido muy desafortunadas tanto que lo han metido en más de un embrollo; decir que los robos en tiendas son por un “six de cerveza”, hicieron recordar a Javier Duarte con sus “frutsis y gansitos”.

Su actitud contrasta con la inseguridad que lacera a los veracruzanos, sobre todo en el sur de la entidad, aun cuando vocifere que los índices delincuenciales han disminuido.

A los funcionarios: pónganse las pilas porque el número uno está por dar el “Gran Manotazo” para sacudirse de los frívolos, insensibles, arrogantes e incompetentes.

En fin, la curva de aprendizaje, llegó a su término.