Poco a poco la Iglesia Católica se ha ido metiendo en terrenos que no son de su competencia como el de criticar al gobierno de Morena en Veracruz. La discreción guardada en el pasado se ha tornado en beligerante, olvidándose de lo que es  “del César es del César y lo que es Dios es de Dios”.

Su protagonismo político es censurable sobre todo por el tono y el uso de un  agresivo vocabulario, acusar al gobernador Cuitláhuac García de torpezas en la forma de gobernar y casi amenazar al asegurar que Veracruz se encuentra a punto de un estallido social, se sale de la recatada posición que debe tener el clero.

Se pierde el respeto cuando el presbítero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Suazo Reyes,  afirma que no se ve claro el proyecto del plan estatal, creando una gran preocupación entre los veracruzanos y conmina al gobernador García Jiménez a tomar adecuadamente el timón y darle dirección con lo que se tiene.

A todas luces es un fuerte regaño a Cuitláhuac García.

Le reclama la falta de resultados y de hechos contundentes al grado que está la entidad en el borde peligroso de un estallido social.

Le dice al gobernante que estamos igual que el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, que se la pasó todo el tiempo de su administración, echando culpas  y buscando culpables, y que ahora ocurre lo mismo que tanto criticaba, lo que ha provocado entre la sociedad veracruzana un gran desaliento, inconformidad y un gran malestar. Como remate dijo: que se viven momentos muy críticos en muchos sentidos y le exige al gobernante que construya la paz y sea un auténtico agente de  reconciliación.

El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes, también se lanzó contra las mujeres que se visten como los varones y sobre el placer sexual que se quiere disfrutar “como sea, con quien sea, cuando sea, con todo tipo de persona”.

Hasta se molestó por el Día Internacional de la Mujer y se hace a un lado la igualdad con los hombres.

Salen de la congeladora los expedientes de Yunes

Cuando el anterior secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en sus últimos días del gobierno de Peña Nieto le pidió a una de sus secretarias que destruyera todos los expedientes celosamente resguardados de su gran amigo y tocayo, Miguel Ángel Yunes Linares, consciente que al perder las elecciones presidenciales se les vendría el mundo encima.

Después de lo que le había dicho el neopanista durante la campaña electoral al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no habría lugar en el planeta que lo escondiera, lo boquiflojos no se les quita cuando están en el poder.

La secretaria, --que por obvias razones mantenemos  su anonimato--, veía el fin del gobierno de corrupción de los priistas, pudo constatar que por el grueso volumen y los graves asuntos que se abordaban sería un buen negocio y decidió venderlos… no faltó uno, de los tantos enemigos acumulados del exgobernador de Veracruz en comprárselos.

Javier Duarte de Ochoa está dispuesto ahora a pagar el doble y entregárselos a un equipo de prestigiados abogados de Xalapa, para presentar las denuncias.

Se sabe que existe el regateo, ya que hay otros duartistas, fidelistas, expriistas y hasta panistas del viejo cuño, que quieren esos documentos, que según ellos es oro molido, donde se registran todas las travesuras del político choleño.