sábado, 18 de mayo del 2024
 
Por Cecilio García Cruz
Columna: Jesús te ampare
¡Madero, AMLO y la prensa fifí!
2019-05-02 | 08:09:13

El que se lleva se aguanta.


Juego que tiene desquite, ni quien se pique.


A cada acción, corresponde una reacción.


Son expresiones que se acomodan para comentar la relación Prensa-Gobierno morenista.


El presidente AMLO califica a gran parte de los medios de comunicación como “Fifís”.


El término, de origen francés, se refiere a actitudes delicadas, exageradas, presumidas y afeminadas.


El primer político mexicano en utilizar la palabra “Fifí” fue Don Francisco I. Madero.


Ya en el poder, la oposición de las élites porfiristas se mantuvo latente y la prensa fue crítica con su régimen.


Madero optó por no censurar para respetar la libertad de expresión, pero se refirió a la prensa como “Fifí” por sus ideales conservadores y porque apoyaban al régimen autoritario.


Además, en “la bola”, los revolucionarios les decían “fifís” a la gente bien vestida, perfumada y que se suponía tenían dinero.


Quizá, por ello, AMLO retomó el sello maderista para motejar a la prensa independiente.


Su relación con los medios es distante, ríspida; él, descalifica a los críticos. Es como un mal necesario.


Las verdades por dolorosas que estas sean, debe enfrentarlas con la investidura presidencial que representa, y enmendar el rumbo.


Pero sin terquedad.


Sin intimidación.


Sin sorna.


Sin rijosidad.


Sin animadversión.


Los considera, en forma equivocada, como prensa adversaria.


Explica que al referirse a la “Prensa Fifí” es porque los medios no quieren un cambio y están a favor de un régimen autoritario que simula ser liberal.


Es parte del nuevo “juego democrático”.


Pero comenta, desde Palacio Nacional, que no hay mala fe, sólo una confrontación política sin afectar la libertad de expresión.


La prensa conservadora nunca será reconvenida, pero el mismo derecho que tiene para criticar, lo posee el jefe del Ejecutivo para defender sus políticas.


 


Por desgracia, en México esa libertad de expresión no es entendida por todos.


Tan es así que a los periodistas les ha ido como en feria en los últimos años.


Reporteros Sin Fronteras (RSF), contabiliza que, en 2018, 63 profesionales del periodismo fueron asesinados en el mundo.


Los países con mayor número de asesinatos son: Afganistán (15 muertos), Siria (13), ambos en guerra, México (10) y Yemen (8).


Para Reporteros Sin Fronteras, México es el país de América Latina más peligroso para los periodistas y uno de los 50 con menos libertad de expresión.


Por su parte, la organización Artículo 19, en el informe llamado “Ante el silencio, ni borrón ni cuenta nueva”, afirma que de los más de 100 periodistas asesinados en México desde el año 2000, 47 corresponden a Enrique Peña Nieto.


Veracruz sigue siendo la entidad más peligrosa para ejercer el periodismo, por lo que muchos se ven obligados a desplazarse.


López Obrador ganó las elecciones con la promesa de acabar con la corrupción y la “mafia del poder”, pero tilda de “Fifí” a la prensa que él considera de derecha o que no se adhiere a su proyecto.


Pero admitió que puede haber equivocaciones pero que no se actúa de mala fe.


“Vamos a ir corrigiendo, que no se oculte absolutamente nada. No nos importa ofrecer disculpas cuando nos equivocamos, tenemos que rectificar y no caer en la autocomplacencia nunca”.


Más no se disculpa con el diario Reforma, que pone como ejemplo de la prensa “Fifí”, una publicación, asegura, que está al servicio del expresidente Salinas y que califica como un medio calumniador.


Esto provocó que Carmen Aristegui respondiera en su columna en el mismo rotativo: “Asumir como adversario, casi enemigo, a un medio de comunicación es una postura contraria a lo que se espera de un mandatario que ofrece construir un auténtico Estado democrático”.


Y vino la réplica de AMLO: “Podemos tener diferencias con el Reforma, y aprovechan el viaje los de otra facción conservadora para confrontar más; echan a andar dispositivos en contra de un periódico para cargarnos a nosotros la culpa”.


Lo que el mandatario hace con el diario es parecido a lo que Donald Trump realiza contra The New York Times: “Es decir, presentarlos como un adversario político, satanizarlos y azuzar a la gente en su contra”, finaliza Aristegui.


En México se requiere de un periodismo riguroso y exigente que cuestione lo malo y reconozca lo bueno.


López Orador, además, es el presidente de todos los mexicanos, incluso de los neoliberales, conservadores y también de los que aglutina como prensa y hasta porra “Fifí” que no votaron por él.


Ni duda cabe que AMLO es un político habilidoso que puede, por arte de magia y poder, convertir una mentira en verdad y a la inversa.

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