El caso de María Zenaida Escobar, joven salvadoreña de 17 años -quien decidió emprender el sueño americano para mejorar sus condiciones de vida y reencontrarse con su padre y hermanas- que terminó en tragedia, es uno más de cientos que ocurren constantemente en nuestra entidad.

En su trayecto, muchos centroamericanos pierden la vida, son abusados, violentados y en el peor de los casos solamente desaparecen y sus familiares nunca más vuelven a saber de ellos y ahí –como lo hemos dicho- están implicadas autoridades de todos los niveles de gobierno, de ahí que urja poner un alto a esa corrupción que acaba con la vida de seres humanos que solo buscan llegar a Estados Unidos, sin hacer daño a nadie.

Fue el pasado 14 de junio cuando la joven Zenaida fue asesinada en territorio veracruzano, para ser exactos en el municipio de Agua Dulce, pues la camioneta donde viajaba fue prácticamente baleada –se dijo- por autoridades federales del Instituto Nacional de Migración y policía federal.

Dos migrantes más fueron heridos aquel día y trasladados a un hospital y ella, la joven menor de edad se quedó ahí en la camioneta, pues a decir de los paramédicos ya no había nada que hacer. Así se acabó con su vida, en lo que se llamó un fuego cruzado, que más tarde las autoridades federales negaron, reconociendo que en ningún momento los tripulantes de la camioneta que trasladaba migrantes dispararon.

La inseguridad por la que atraviesan los migrantes debería orillarlos a evitar cruzar la frontera estadounidense, pero nada los detiene ante una desesperada inquietud por mejorar sus condiciones de vida y sí bien es cierto suelen estar conscientes de los riesgos, ello no da derecho a nadie a quitarles la vida.

Lo ocurrido el pasado 14 de junio es impunidad y corrupción que comienza con los “polleros” -como se les conoce a quienes cobran con la promesa de “cruzar al otro lado a la gente” realizan una actividad ilegal, que prácticamente encuadra en el tipo penal de tráfico de personas- y continua con las autoridades migratorias, la policía federal y de ahí un cumulo de personajes que se involucran en el camino y que consienten tal ilegalidad.

 Sin duda es aquí donde el Presidente tendrá que dar un manotazo, puesto que resolver el problema de la migración, no se acaba con perseguirla, sino con protocolos que la eviten, pero que además prohíban la agresión a los migrantes y por el contrario se les salvaguarde hasta ser deportados, pues aquí en México históricamente pareciera que la vida de los hermanos centroamericanos no vale nada. ¡terrible lo que ocurre en nuestro país y lamentable que sea esta entidad una de las más peligrosas en el paso de quienes sueñan con llegar a Estados Unidos! Tengan ustedes un excelente jueves queridos amigos, nos leemos mañana.