La época de los grandes ídolos populares ha
terminado, así lo considera la historiadora
y escritora Ema Cibotti, quien acusa de esta
extinción a nuestra sociedad globalizada, que no
da cabida -en esta segunda década del milenio-, a
figuras tan inmortales en la cultura latinoamericana
como Pedro Infante y Carlos Gardel.
Precisamente de este último, de Gardel, Cibotti
presentó el pasado 2 de julio su libro más
reciente: ‘Luto en la Guardia Nueva, cuando Buenos
Aires lloró a Gardel’ bajo el sello editorial de
Vuelta a la Página.
“Nuestras sociedades se globalizan, y el voyerismo
que imponen los medios y las redes, conspiran
contra la creación siempre misteriosa y
discreta que requiere la formación social de un
ídolo”, explica la autora desde Buenos Aires, en
entrevista exclusiva para IMAGEN.
Desde su punto de vista, fenómenos tan populares
como Infante y Gardel, humanizaron todo
lo que hicieron, eran muy generosos y murieron
inesperadamente de manera accidental. Muertes
sin agonía, pero en lo mejor de sus vidas, en
el momento más alto de sus carreras y de ahí a
la eternidad.
“Eran excelentes artistas, completos y dedicados
y además vivieron en las respectivas épocas
de oro del arte que realizaban. Es el hombre
y sus circunstancias, una feliz coincidencia, necesaria
para que los dones personales puedan
apreciarse”.
Lo desconocido
Por ello es que Ema Cibotti enfocó su fertilidad
literaria en un nuevo libro biográfico del ícono
del tango, pues ha descubierto que pese a la profusa
bibliografía, hay episodios sin detallar de la
vida del artista.
“Lo más significativo es justamente lo que los
biógrafos de Gardel han omitido contar: las diatribas
de Monseñor Gustavo Franceschi sobre la
persona de Gardel y sobre su carrera profesional
apenas conocida la noticia de la muerte del Zorzal
y durante el funeral”.
Y es que la autora de ‘Luto en la Guardia Nueva,
cuando Buenos Aires lloró a Gardel’ identificó que
previo a la muerte del cantante, se había iniciado
una feroz crítica con tintes nacionalistas que retrata
una época poco explicada de la Argentina.
“Las detracciones del importante prelado habían
empezado años atrás y estaban publicadas,
por eso es inconcebible que los investigadores
no las hayan analizado. Tuvieron impacto en su
época, generaron protestas y son a mi juicio el primer
escalón hacia una política de censura a la cultura
popular y laica en la Argentina”.
- ¿Qué diferencia a este libro de los muchos
otros que se han escrito sobre Carlos Gardel?
- “No pretendo contarlo todo. Pretendo iluminar
un momento clave de nuestra historia,
el momento en que la censura
se hizo carne en nuestra sociedad
y se ensañó con Gardel, que fue
una personalidad cosmopolita,
popular y laica,
un inmigrante que
se inventó un destino, que se hizo a sí mismo, como
lo hicieron millones. Fue un hombre de su tiempo,
y justamente es lo que cuento”.
Explica que a través de este libro, el lector también
podrá encontrar un pretexto para realizar un
recorrido por puntos turísticos particulares de la
ciudad de Buenos Aires.
Más allá de sus límites
“El libro invita al lector a recorrer (la calle) Corrientes
de punta a punta y entrar al Cementerio
de la Chacarita para entender mejor lo que significó
el funeral de Gardel. Se puede decir que ofrece
una guía social de Buenos Aires y lo que fue para
el pueblo hacer ese larguísimo recorrido desde el
Luna Park al cementerio”.
Fue este proceso creador, un reto apasionante
para la autora, como ella misma lo define: “lo único
complicado siempre es encontrar las fuentes”.
Es la descripción de la magnitud de los funerales,
la que pone dimensión al mito y obliga a cuestionarle
a Ema como es que en una época ajena a
los medios de difusión actuales, podían los artistas
lograr una penetración globalizada.
“La identificación se produjo porque justamente
se reducían al cine y a la radio. Es decir a
los grandes escenarios que reunían presencialmente
a la gente. La radio también lo hacía porque
las audiciones se realizaban con público
presente y además la radio como hecho social
se escuchaba en las casas en grupos
de familia o amigos.
Justamente en el libro explico
la articulación de los públicos
y su movilidad.
Por otro lado, ver
y oír a Gardel fue
para los varones
una forma de
aprendizaje,
una
suerte de educación
sentimental. Cómo
tratar a una mujer, a
los amigos, a la madre,
cómo vestirse, cómo sonreír, cómo
ser un varón porteño”.
El mito
Para la escritoria, no fueron pocos los casos de
figuras públicas que alcanzaron tal repercusión
en esa época: “con sus singularidades el primer
varón llorado del cine fue Rodolfo Valentino. De
hecho los productores norteamericanos jugaron
con la idea de transformar a Gardel en su sucesor.
En el caso de Gardel lo excepcional es que nadie
pudo superar su voz, su canto. Y por eso mismo
sigue tan vívidamente recordado”.
Por ello la elección de los funerales de Gardel
como eje central del libro y su poca disección como
fenómeno socio-cultural: “su muerte coincide con
el fin de una época para la ciudad de Buenos Aires,
poco estudiada desde el punto de vista social.
También es un punto de quiebre para
la historia argentina,
cuando un
nacionalismo
cerrado hace su
ingreso en la política y hago el plan- teo al final
del libro. Sostengo que comienza otra historia
que también quiero contar y que se centra en
la censura del tango reclamada por ese nacionalismo
rampante y antidemocrático”.
Para la autora, quienes se asomen entre líneas
a su texto encontrarán un ejemplo del ingreso
de la gente común a la gran Historia. “Es un pedazo
de la vida de nuestros abuelos, y no solo en
Buenos Aires. Porque su muerte impactó en toda
América. Una generación latinoamericana sintió
como propia su pérdida. Para todos es comprender
cómo era vivir en el mundo de los tangos que
cantó Gardel”. |