Cuando Buenos Aires lloró a Gardel
Imagen del Golfo / Agencia Imagen 2016-07-12-13:53:28 Veracruz
La época de los grandes ídolos populares ha terminado, así lo considera la historiadora y escritora Ema Cibotti, quien acusa de esta extinción a nuestra sociedad globalizada, que no da cabida -en esta segunda década del milenio-, a figuras tan inmortales en la cultura latinoamericana como Pedro Infante y Carlos Gardel. Precisamente de este último, de Gardel, Cibotti presentó el pasado 2 de julio su libro más reciente: ‘Luto en la Guardia Nueva, cuando Buenos Aires lloró a Gardel’ bajo el sello editorial de Vuelta a la Página. “Nuestras sociedades se globalizan, y el voyerismo que imponen los medios y las redes, conspiran contra la creación siempre misteriosa y discreta que requiere la formación social de un ídolo”, explica la autora desde Buenos Aires, en entrevista exclusiva para IMAGEN. Desde su punto de vista, fenómenos tan populares como Infante y Gardel, humanizaron todo lo que hicieron, eran muy generosos y murieron inesperadamente de manera accidental. Muertes sin agonía, pero en lo mejor de sus vidas, en el momento más alto de sus carreras y de ahí a la eternidad. “Eran excelentes artistas, completos y dedicados y además vivieron en las respectivas épocas de oro del arte que realizaban. Es el hombre y sus circunstancias, una feliz coincidencia, necesaria para que los dones personales puedan apreciarse”. Lo desconocido Por ello es que Ema Cibotti enfocó su fertilidad literaria en un nuevo libro biográfico del ícono del tango, pues ha descubierto que pese a la profusa bibliografía, hay episodios sin detallar de la vida del artista. “Lo más significativo es justamente lo que los biógrafos de Gardel han omitido contar: las diatribas de Monseñor Gustavo Franceschi sobre la persona de Gardel y sobre su carrera profesional apenas conocida la noticia de la muerte del Zorzal y durante el funeral”. Y es que la autora de ‘Luto en la Guardia Nueva, cuando Buenos Aires lloró a Gardel’ identificó que previo a la muerte del cantante, se había iniciado una feroz crítica con tintes nacionalistas que retrata una época poco explicada de la Argentina. “Las detracciones del importante prelado habían empezado años atrás y estaban publicadas, por eso es inconcebible que los investigadores no las hayan analizado. Tuvieron impacto en su época, generaron protestas y son a mi juicio el primer escalón hacia una política de censura a la cultura popular y laica en la Argentina”. - ¿Qué diferencia a este libro de los muchos otros que se han escrito sobre Carlos Gardel? - “No pretendo contarlo todo. Pretendo iluminar un momento clave de nuestra historia, el momento en que la censura se hizo carne en nuestra sociedad y se ensañó con Gardel, que fue una personalidad cosmopolita, popular y laica, un inmigrante que se inventó un destino, que se hizo a sí mismo, como lo hicieron millones. Fue un hombre de su tiempo, y justamente es lo que cuento”. Explica que a través de este libro, el lector también podrá encontrar un pretexto para realizar un recorrido por puntos turísticos particulares de la ciudad de Buenos Aires. Más allá de sus límites “El libro invita al lector a recorrer (la calle) Corrientes de punta a punta y entrar al Cementerio de la Chacarita para entender mejor lo que significó el funeral de Gardel. Se puede decir que ofrece una guía social de Buenos Aires y lo que fue para el pueblo hacer ese larguísimo recorrido desde el Luna Park al cementerio”. Fue este proceso creador, un reto apasionante para la autora, como ella misma lo define: “lo único complicado siempre es encontrar las fuentes”. Es la descripción de la magnitud de los funerales, la que pone dimensión al mito y obliga a cuestionarle a Ema como es que en una época ajena a los medios de difusión actuales, podían los artistas lograr una penetración globalizada. “La identificación se produjo porque justamente se reducían al cine y a la radio. Es decir a los grandes escenarios que reunían presencialmente a la gente. La radio también lo hacía porque las audiciones se realizaban con público presente y además la radio como hecho social se escuchaba en las casas en grupos de familia o amigos. Justamente en el libro explico la articulación de los públicos y su movilidad. Por otro lado, ver y oír a Gardel fue para los varones una forma de aprendizaje, una suerte de educación sentimental. Cómo tratar a una mujer, a los amigos, a la madre, cómo vestirse, cómo sonreír, cómo ser un varón porteño”. El mito Para la escritoria, no fueron pocos los casos de figuras públicas que alcanzaron tal repercusión en esa época: “con sus singularidades el primer varón llorado del cine fue Rodolfo Valentino. De hecho los productores norteamericanos jugaron con la idea de transformar a Gardel en su sucesor. En el caso de Gardel lo excepcional es que nadie pudo superar su voz, su canto. Y por eso mismo sigue tan vívidamente recordado”. Por ello la elección de los funerales de Gardel como eje central del libro y su poca disección como fenómeno socio-cultural: “su muerte coincide con el fin de una época para la ciudad de Buenos Aires, poco estudiada desde el punto de vista social. También es un punto de quiebre para la historia argentina, cuando un nacionalismo cerrado hace su ingreso en la política y hago el plan- teo al final del libro. Sostengo que comienza otra historia que también quiero contar y que se centra en la censura del tango reclamada por ese nacionalismo rampante y antidemocrático”. Para la autora, quienes se asomen entre líneas a su texto encontrarán un ejemplo del ingreso de la gente común a la gran Historia. “Es un pedazo de la vida de nuestros abuelos, y no solo en Buenos Aires. Porque su muerte impactó en toda América. Una generación latinoamericana sintió como propia su pérdida. Para todos es comprender cómo era vivir en el mundo de los tangos que cantó Gardel”.