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Investigación de Cuco en el olvido y desinterés
Una silla de bolear, similar a las que betuneros ocupan en las grandes ciudades y un aislamiento de quienes iniciaron la lucha fueron suficientes para que don Juan Fonseca Aguirre, en medio de su analfabetismo firmara una solicitud en la que pedía a la Fiscalía General del Estado, que a la investigación iniciada por la desaparición de su hijo, Gabriel Manuel Fonseca Hernández no se diera acceso a nadie más que a él.
Acayucan | 2016-09-25 | Santos López Celdo
Una silla de bolear, similar a las que betuneros ocupan en las grandes ciudades y un aislamiento de quienes iniciaron la lucha fueron suficientes para que don Juan Fonseca Aguirre, en medio de su analfabetismo firmara una solicitud en la que pedía a la Fiscalía General del Estado, que a la investigación iniciada por la desaparición de su hijo, Gabriel Manuel Fonseca Hernández no se diera acceso a nadie más que a él.

Con esa petición, que don Juan Fonseca luego diría a reporteros locales, no saber para qué era, la Fiscalía General del Estado cerró el acceso al expediente reiniciado por la fiscalía especializada en delitos electorales y cometidos contra periodistas que hasta hace unos meses estaba a cargo el licenciado José René Alvares Márquez y hoy se encuentra acéfala.

A principios del año, Juan Fonseca Aguirre recibió en su domicilio una silla de bolear, enviada por Luis Angel Bravo, titular de la Fiscalía General del Estado a petición de la Unión de periodistas que dirigía en esos momentos Avisac Douglas Coronado.

La recepción del apoyo gestionado se dio en medio de una demanda de información y seguimiento de a investigación para dar con el paradero de Gabriel Manuel Fonseca Hernández, que realizaba otro grupo de periodistas encabezados por el exlíder de la Unión, Juan José Barragan Sixto, que lo llevó incluso a hacer una manifestación frente a Flavino Ríos Alvarado, secretario de Gobierno el 8 de enero pasado, lo que a la postre permitió ese mismo día, una primera reunión con el Fiscal General en esta ciudad, bajo la presión de que si no se concedía la audiencia, se la pedirían directamente al Gobernador, Javier Duarte de Ochoa que había venido a un evento público.

La petición firmada por Juan Fonseca Aguirre, también impidió que al expediente tuviera acceso Jorge Morales Vázquez, comisionado de la Comisión estatal de atención y protección de periodistas (CEAPP) que exigía se le permitiera intervenir en la indagatoria.

Tras ese encuentro con el Fiscal General, la indagatoria reinició pero esta vez requiriendo a los reporteros que durante varias ocasiones habían realizado las manifestaciones. La base para ser requeridos fue una hoja de investigación de la Policía Ministerial del Estado emitido por el entonces comandante Emilio Sánchez Hernández, que daba una lista de comunicadores que habían convivido con el reportero desaparecido antes del 17 de septiembre del 2011.

Aunque posiblemente tenía un fin de intimidar a los periodistas que desde hacía cuando menos dos años habían emprendido la lucha para saber el paradero de Gabriel Manuel Fonseca Hernández, éstos acudieron a la Fiscalía de la Unidad integral de procuración de justicia de este distrito judicial, donde fueron interrogados uno a uno, cerca de siete, por el fiscal especializado, José René Alvares Marquez.

Los periodistas interrogados en su mayoría expresarían su enojo por esa acción y exigirían saber la fuente informativa para que se les llamara a declarar, ya que el comandante Emilio Sánchez Hernández, no aportaba ninguna otra declaración que vinculara a los comunicadores con el caso, ni fundaba su aportación investigadora en alguna prueba.


UNA HIPÓTESIS, PRUEBAS NEGATIVAS.

El 19 de septiembre del 2011, días después de la desaparición de Gabriel Manuel Fonseca Hernández, en un camino hacia la congregación La Virgen, en el municipio de Soconusco, fueron localizados dos tambos con cuerpos humanos incinerandose.
Las autoridades ministeriales recabaron evidencias y éstas fueron concentradas días después en la ciudad de Xalapa, ya que a simple vista no se podía identificar quienes pudieran ser los fallecidos.

Conforme pasaron los días a la desaparición de Gabriel Manuel Fonseca, empezó a trascender la perdida de Andrés Miguel Palma alias el Tegogolo, éste último, vendedor de hamburguesas en la calle Antonio Plaza, cerca de la exinspección de la Policía Municipal.

Aunque no hay testimonios inscritos en la investigación que relacionara al vendedor de tortas con el reportero, extraoficialmente se dijo que estos convivían continuamente debido a que “Cuco”, que es como apodaban al comunicador, pasaba horas platicando con el comerciante, cerca de la inspección de policía y desde ahí vigilaba las acciones que se desarrollaban en la jefatura de la Policía.

Los familiares de Andrés Miguel Palma presentarían la denuncia de su desaparición casi al mismo tiempo que el padre de Gabriel Manuel Fonseca.

Basado en esta idea, la Fiscalía General del Estado y la propia PGR a partir de muestras enviadas por la primera autoridad, sometió a cotejos de perfiles de ADN tomados de los padres de Gabriel Manuel Fonseca Hernández con los obtenidos de los restos calcinados.

El 27 de Noviembre del 2015, la dirección general de servicios periciales de Veracruz anunció a los periodistas que demandaban información sobre el caso, que los análisis se realizaron solo sobre uno de los dos cuerpos encontrados en Soconusco ya que del otro, no era posible obtener el perfil genético


EL RESULTADO, FUE NEGATIVO

El oficio FGE/DSP/13785/2015, indicaba que los restos sometidos a laboratorio, fueron “un maxilar inferior carbonizado, masa encefálica carbonizada, porción lumbar carbonizada y porción cervical carbonizada” – STR´s (Short Tandem Repeat), mediante reacción en cadena de la polimerasa PCR y electroforesis capilar utilizando el instrumento 3500 Genetic Analycer, analizando los datos obtenidos a través del Software Genemapper ID-X1.3.- mismos que dieron negativo con las pruebas genéticas obtenidos a los padres del reportero.

Posteriormente, en un oficio del 25 de noviembre de ese mismo año, la Procuraduría General de la República a quien se le había enviado las mismas pruebas para un segundo cotejo, mediante la Dirección de Biología Molecular y el Departamento de Genética Forense confirmó el resultado negativo.

Solo resta obtener el ADN de los padres o familiares del tortero, para saber si se trata de él. De ser positivo, pudiera darse la posibilidad de que el otro cuerpo, del que no se pudo obtener evidencias por avanzado estado de descomposición y calcinamiento, pudiera ser el de Gabriel Manuel Fonseca Hernández.

Las pruebas fueron realizadas a partir de las manifestaciones, entre ellas, una efectuada en la capital del Estado, que realizó la Unión de periodistas de Acayucan que en ese entonces era presidida por Juan José Barragán Sixto. Tras la salida de éste, por concluir su periodo de administración, el caso materialmente quedó suspendido y solo sucedió el llamado de ocho comunicadores que convivieron con Fonseca Hernández en la madrugada del 16 de septiembre del 2011 en el Palacio Municipal, siendo el último avance registrado hasta el momento.


250 MIL PESOS POR INFORMACIÓN DE CUCO

Conforme a los compromisos firmados por la Fiscalía General del Estado con la directiva de la Unión de Periodistas de Acayucan, ya entonces presidida por Avisac Douglas Coronado, el 22 de febrero del 2016, fue publicado en la Gaceta oficial del Estado el acuerdo que ofrece 250 mil pesos a quien aporte información que ayude a localizar a Gabriel Manuel Fonseca Hernández.

Hasta el momento, esa recompensa no ha sido ganada por ningún informador que ayude a esclarecer el caso de “Cuco”, el joven de 20 años de edad que desapareció, sin que nadie sepa nada, ni alguién de una pista adecuada que permita su localización.


FAMILIA DE CUCO, SIN APOYO.

La Comisión estatal de atención y protección de periodistas (CEAPP), ahora dirigida por Benita González, retiró desde diciembre del 2015, el apoyo económico y médico que se otorgaba a la madre de Gabriel Manuel Fonseca Hernández, Candelaria Hernández Ramos, quien padece trastornos sicológicos a partir de la desaparición de su hijo y estaba siendo atendida por indicaciones de la entonces Secretaria ejecutiva, Namiko Matzumoto Benítez, actualmente Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Apoyo económico para sus gastos de medicina, atención médica especializada y el envío de material para la construcción de una casa, fueron las ayudas que periodistas de Acayucan obtuvieron para los padres de Gabriel Manuel Fonseca Hernández. La ultima vez, en diciembre del 2015, fue que se le envió la ayuda. Desde entonces, ya no más. El argumento, que la Secretaría de Finanzas y planeación les había ajustado el presupuesto y no alcanzaba para darlo.

Actualmente los padres de Gabriel Manuel Fonseca Hernández no cuentan con ningún tipo de apoyo. La Unión de periodistas, ahora en manos de Susana Arellano, no ha podido lograr continuar con el trabajo dejado por Juan José Barragan Sixto. La lucha por Cuco, el periodista de nota policiaca desaparecido, está suspendido y casi olvidado. Ya no hay marchas, ya no hay manifestaciones. El 17 de septiembre pasado en que se cumplen cinco años de su desaparición, pasó desapercibido. Nadie movió ni hizo declaración alguna.

La fiscalía especializada en delitos electorales y contra periodistas, fotoreporteros y defensores de los derechos humanos de la Fiscalía general del Estado se encuentra acéfala. No hay titular.

La promesa firmada por Erick Alejandro Lagos Hernández en febrero del 2014, de proporcionar lo necesario para poner una tienda de abarrotes a favor de los padres de Gabriel Manuel Fonseca Hernández jamás fue cumplida pero su intervención directa hizo que la investigación se reiniciara y se alcanzara el nivel de pedir a la federación su intervención para el cotejo de los perfiles genéticos y que la indagatoria fuera sacada del baúl del olvido, para que durante los dos ultimos años se avanzara en la misma.

Don Juan Fonseca Aguirre ahora luce su silla de bolear en la calle Miguel Hidalgo casi esquina con Porfirio Díaz en el centro de Acayucan. Fue un regalo del ahora Fiscal General del Estado para que incremente su labor de betunero.

En el patio de su domicilio en la colonia Morelos están amontanados los cientos de blocks que las distintas dependencias de Gobierno le envió para la construcci´on de una casa propia. Las lamimas de zinc, las varillas y el alambre de amarre poco a poco han estado oxidandose. Pronto dejarán de servir para el objetivo que se le dio. Del cemento, ya nada hay. Fue vendido de poco en poco, para sobrevivir y las medicinas, dijo don Juan.






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