2015-11-30 | 21:52:35

El Consejo Nacional del PRI no valoró en el tremendo problema que se metía al aprobar la paridad horizontal de género, lo que obliga a que tienen que proponer igual número de hombres y de mujeres los que encabecen las planillas para las presidencias municipales. No basta que el cabildo esté representado paritariamente, también ordena que la totalidad de las candidaturas de las alcaldías estén equilibradas con esta equidad de género.

Para el estado de Veracruz requiere a más de un centenar de mujeres que sean las nominadas para presidir los ayuntamientos.

Este mandato también está incluido en el último congreso del Partido de la Revolución Democrática.

La paridad en las candidaturas de las presidencias municipales tendrá mayores efectos que la equidad de género en los congresos estatales o federales porque la gente vive en las ciudades y los municipios.

El electorado femenino es cada día más participativo y una mayor valoración en la participación de las mujeres, especialmente entre la gente joven quienes ven muy natural la existencia de hombre y mujeres en las actividades políticas. Esta exigencia ha obligado a las mujeres a prepararse mejor y escalar direcciones de partidos políticos. Este año del 2016 será la prueba de fuego para ver qué tan cierto respetan la ley el PRI y el PRD.

Argentina, Brasil, Chile, Alemania y tantos otros países han tenido mujeres presidentas. En Estados Unidos, Hilary Clinton parece ser que será la primera.

La segunda vuelta

El líder del PAN, Ricardo Anaya, se puso caro a lo que quiere el PRI con modificar las leyes electorales para impedir que AMLO se siga promoviendo. Ricardo Anaya exigirá la segunda vuelta en los comicios presidenciales y las candidaturas comunes en elecciones federales.
Si la ley electoral se modifica deberá ser pareja y no solo para detener al tabasqueño, sino a todos aquellos que suspiran por la grande promoviéndose de forma descarada y cargando sus facturas al erario.

Nadie les hace caso.

La figura presidencial se ha deslavado desde hace algún tiempo, en este sexenio de Peña Nieto, se ha llegado a los extremos hasta al grado de ridículo. Motivo de bromas pesadas que nunca se habían dado con tanta saña de manera particular por sus limitaciones personales.

Lo que más ha afectado la imagen presidencial es el problema de la violencia. Jamás en la historia ha existido tanta sangre derramada por el crimen organizado y gran parte se la achacan a las propias autoridades.

Nadie sabe el por qué tenemos a un presidente que nadie le hace caso, situación similar de algunos gobernadores y alcaldes donde el drama de la impunidad, la violencia y la corrupción no les quita el sueño.

Como que se acostumbraron a que los exhiban por ineptos y corruptos. El tiempo hace que se pierda la dignidad y los principios. Aceptan que son parte de un país descompuesto hace mucho tiempo.