2016-07-28 | 09:14:55

Para nadie es un secreto que desde el momento mismo en que el presidente de la República toma las riendas del país, ya se analiza el nombre de quién podría sucederlo. Es el juego distractor de la política en México. Sin embargo, las ambiciones personales y de grupo son controladas, acotadas cuando el mandatario en turno sabe cómo conducir el poder. Por desgracia para México no es el caso en la actual administración. La sucesión está no solo adelantada, sino ya en marcha de manera abierta, imparable y en forma por demás descarada. Ante el malestar social generalizado, la decepción por los magros resultados en beneficio de la población, los ciudadanos ya promuevan la elección y el posicionamiento de su gallo (¿gallina?) en la siguiente administración. No importa que falten 30 meses para el cambio en la Presidencia; operan desde ahora otra vez la alternancia. Ya conocen el camino. Hay personajes de la vida pública que hacen campaña para contrarrestar la ventaja de Andrés Manuel, quien nunca ha detenido su proselitismo desde hace 15 años.
Ha fracasado en dos intentos por ocupar la Primera Magistratura del país, pero su obsesión lo puede llevar, en el tercer intento, a su anhelado objetivo. La tercera es la vencida, reza el sabio adagio popular. Tiene como ejemplo de tenacidad en México a Cuauhtémoc Cárdenas y en el extranjero a Lula, quien llegó a la presidencia de Brasil en su séptima postulación. Además, desde ahora sabemos quién va a ser el candidato de MORENA a la Presidencia: el propio Peje, pues el partido está diseñado por él y para él. Y como bien apunta Catón en una de sus columnas De Política y Cosas Peores: “Si AMLO pierde la elección jamás MORENA volverá a tener otro candidato, a menos que López Obrador vuelva a postularse, cosa que a nadie sorprendería”. En el PAN la candidatura está entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya, ambos en abierto proselitismo. Los expertos afirman que el gobernador poblano Rafael Moreno Valle se quedó rezagado. En el PRD, la llegada de Alejandra Barrales a la dirigencia posiciona a Miguel Ángel Mancera, sin embar
go no garantiza su candidatura y en cambio descarrila a Marcelo Ebrard. En el PRI, sin embargo, a estas alturas del partido nadie sabe, nadie supo; algunos afirman que ni el mismo Peña Nieto tiene definido a quién elegir. Se podría decir que el tricolor vivirá otra vez la etapa del “tapado”, pero la verdad es que todos están a la vista, pero ninguno con los espolones para gallo como para enfrentar al Peje. Vamos, entre los priistas no hay uno, en este momento, que pueda frenar ni a los panistas. Por ello, viejos observadores de la política aseguran que el PRI en el 2018 estará peleando el tercer lugar con el PRD. De ese tamaño es la afrenta que sienten los ciudadanos con la administración de Peña Nieto. Además, se está fraguando una candidatura independiente que podría ponerle el cascabel al gato, siempre y cuando todos los aspirantes se pongan de acuerdo y surja solo uno, el de “unidad”. Ni Osorio Chong, ni Videgaray, ni Pepe Toño Meade, mucho menos Nuño, pueden garantizar un triunfo del tricolor. El Peje, nadie duda, lleva delantera.