Por Rafael Arias
Columna: Mutatis Mutandis
Sigue más hambre y pobreza en Veracruz
2015-02-27 |
09:51:27
Preocupante, el aumento de limitaciones y sacrificios
de la población en general.
La información oficial federal lleva directamente
a esa conclusión. Basta interpretar correctamente,
lo que se dice y hace; entenderlo desde otra
perspectiva y en toda su magnitud. Imprescindible,
para no confundir lo importante con lo urgente, y
mejorar capacidad de respuesta y previsión.
Esto es, ir más allá del reconocimiento justificado
o no, del inmediatista cumplimiento burocrático
de algunas metas y objetivos de programas asistenciales
oficiales, para constatar lo que significan
y a lo que obligan o convocan a hacer.
Se incorporan más de 96 mil familias pobres
Por lo pronto, se asegura que 843 mil 102 familias
reciben apoyos oficiales; y se sabe que, salvo otra
información, Veracruz ocupa primer lugar en beneficiarios
del programa OPORTUNIDADES,
hoy denominado como PROSPERA.
Sin duda creció en los últimos años la cobertura
asistencial y supuestamente temporal del programa;
y eso que, al mismo tiempo, se reconoce que
todavía no se atiende y cubre toda la población en
tan desafortunada situación.
Luego entonces, hay que destacar que la pobreza
sigue aumentando y que la novedad es que ahora
sin rubor ni limitación, se reconoce la existencia
de uno de sus extremos: el hambre, que junto con
la inseguridad se han hecho tan inocultables como
prioritarios.
Destacan, de reciente información oficial
difundida, entre otros aspectos, los logros alcanzados:
“… se han incorporado 27 mil 933 nuevas
familias veracruzanas que cuentan con la tarjeta
SIN HAMBRE, 96 mil 26 nuevas familias están
afiliadas a Prospera, 197 mil 640 mexicanos son
nuevos beneficiarios de la leche Liconsa y hay 120
nuevas tiendas Diconsa acercando productos de
primer calidad a los Veracruzanos…”
Hay disponible, más información que comprueba,
persistencia y aumento de hambre y miseria
en Veracruz.
A propósito, ¿qué de los programas y padrones
estatales y municipales?
Y, hay que decirlo: poco o nada se menciona
de la necesidad y urgencia de atender causas y
orígenes del empobrecimiento que, debe insistirse y
repetirse, siguen sin ser adecuadamente atendidas y
modificadas: la economía no crece lo suficiente; no
se generan las nuevas fuentes de empleo necesarias
y sus correspondientes ingresos y prestaciones
mínimas; continua el deterioro de la capacidad
de compra tanto de canasta de productos básicos
como de servicios públicos indispensables.
La crisis internacional de los precios del petróleo
ha venido a mostrar, una vez más, las limitaciones
y alcances de las insuficientes y obsoletas políticas
públicas oficiales de impulso y apoyo al desarrollo
económico, empleo y bienestar social.
Indispensable integrar y coordinar esfuerzos
públicos y privados, de los diversos ámbitos de
gobierno, así como de representaciones empresariales,
laborales y sociales.
Remedio transitorio y enfermedad permanente
Así que ahora, más allá de algunos innegables
reconocimientos y temporales justificaciones por
el esfuerzo realizado, se nota la exageración discursiva,
se presume en exceso el remedio, transitorio
e insuficiente, cuando la situación misma exige y
comprueba que se podía y se puede evitar el tamaño
e intensidad de las enfermedades (pobreza, hambre
y miseria), si se atienden bien y a tiempo sus causas
y orígenes.
Y eso que se ha afirmado a diestra y siniestra,
en discursos, boletines y en publicidad pagada
que no es aconsejable fomentar el asistencialismo,
más allá de lo urgente y necesario, porque no sólo
se ha comprobado que no es la solución definitiva
sino que, en contraparte, es más bien la fuente de
indeseables e injustificadas desviaciones basadas
en el condicionamiento de acceso al beneficio de los
programas; el voluntarismo y discrecionalidad en
su orientación; y el conocido clientelismo políticoelectoral,
al que de una y mil formas se vincula.
Limitaciones y sacrificios interminables
Gobernantes y funcionarios deben cambiar y mejorar
su actitud y comportamiento en temas prioritarios,
que han llegado a límites verdaderamente
preocupantes y hasta alarmantes, la percepción
generalizada es que, ni atienden ni entienden la
magnitud y trascendencia, de múltiples y variadas
necesidades, problemas y conflictos que es su
obligación atender, enfrentar y resolver bien y en
el menor tiempo.
Algunos incluso confunden urgente con importante,
autopromoción personal con consolidación
institucional, principio con comienzo, solución con
involución, solidez financiera con deuda pública,
y rollo con desarrollo.
Excepciones aparte, el problema es que también
muchas políticas y programas públicos, se
mantienen en teoría y práctica política de más de
lo mismo, del circo de tres pistas de simulación,
entretenimiento y distracción; para seguir obteniendo
beneficios personales, pero lo mismo y
peor para la sociedad.
Voces de alerta y señalamientos vienen de todas
partes. Los reclamos no son nuevos, fervorosamente
se reproducen generación tras generación.
Abarcan diversos temas, todos ellos conectados
con la prioridad de prioridades: la vida humana
y sus condiciones.
Dichas aspiraciones o pretensiones son vitales
y por eso han sido convertidas, en buena medida,
en derechos humanos y sociales, por los cuales
se esfuerza toda sociedad democrática y por los
que luchan y reclaman los que resultan afectados,
limitados o excluidos.
Dichos derechos están vinculados, básicamente,
con aire, agua, alimentación, salud, vivienda,
seguridad, justicia, educación, empleo con salarios
dignos y prestaciones mínimas.
Lo menos que se espera, es comprensión hacia
quienes padecen limitaciones y sacrificios; y, desde
luego, oportuna y eficiente atención, por parte de
aquellos servidores públicos que están obligados
a hacerlo.
Sin embargo, lo que se repite y sucede, es la
conocida y padecida historia de siempre. Pobreza,
miseria y hambre, así como inseguridad y violencia
se presentan como obligadas alternativas de
subsistencia para las mayorías.
Inaplicado manual anticorrupción de Sedesol
Urge, actualizar con “blindaje electoral” y difundir
ampliamente éste documento federal (porque de lo
estatal no hay nada), para detener a ineficientes y
delincuentes electorales en el gobierno, que usan y
abusan de los pobres, de sus recursos y programas
sociales.
“La corrupción es, en un sentido amplio, distraer
a algo de sus fines. Corromper el Estado es alejarlo
de su función transformadora, de su obligación de
llevar beneficios a las personas, de su responsabilidad
por hacer efectivos derechos y libertades”.
Academico.IIESES-UV@RafaelAriasH
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