viernes, 26 de abril del 2024
 
Por Alfredo Tress Jiménez
Columna: Usted que opina
El IPE, un enfermo en las manos del doctor
2014-07-29 | 09:57:53
No es un secreto a voces ni tampoco un rumor, la mala salud financiera del Instituto de Pensiones del Estado (IPE) es una realidad probada, y más allá pareciera una larga agonía que conocemos todos y a la cual, nos hemos acostumbrado. Todos deseamos que no se nos muera pronto el paciente… pero ha dejado de interesarnos de qué está enfermo y hemos perdido la esperanza que un día salga del hospital.
Pero, como pasa con todo paciente grave, a la hora crítica unos nos concentrarnos en rezar y en esperar un milagro, otros en recriminarnos o buscar culpables y otros tantos tratamos de encontrar la terapia, el antídoto para, primero, estabilizar al moribundo, y segundo, intentar su recuperación.
Con esta analogía lo único que trato es plantear, no solo lo necesario de conocer las causas y aplicar los correctivos, los tratamientos médicos o quirúrgicos, la asepsia profunda que seguramente necesita, así como también lo urgente de centrarnos en la necesidad de una reforma, de un cambio al tratamiento de una cura definitiva, confiable y sostenida, para evitar el colapso inminente del Instituto de Pensiones del Estado, al cual ya no le sirven los buenos deseos ni el caldo de pollo.
Instituto que “debería gozar de buena salud” -como decimos de todo enfermo que apreciamos- si no hubiese caído en vicios, en hábitos perniciosos, o si no lo hubieran agredido reiteradamente – hechos que por supuesto tienen responsables con nombre y apellido-, pero también si no hubiera pasado el tiempo por él, ya que en este caso, como a muchos organismos, al IPE los años no lo han perdonado.
Basta decir que, aunque los trabajadores- activos y jubilados- han aportado lo que les corresponde, es indudable que la expectativa de vida ha aumentado notablemente de 65 a los a 82, y el esquema de aportación gubernamental es insostenible.
A este problema se agregan dos más: primero, los trabajadores no confían en el médico ni en el diagnóstico, y segundo, parece que ante tal situación, muchos prefieren pagar menos cuenta en el hospital con tal que lo mantengan con respiración artificial, que pensar en invertir un poco más para reanimarlo definitivamente.
Sin embargo, vamos a pensar, por un momento, que se nos muriera el enfermito…así, nada más…que la quiebra llegara: las versiones serían muchas, pero seguramente la mayor parte de ellas acusarían negligencia y con argumentos suficientes creo yo (desfalcos, faltantes crónicos) y solo muy pocas voces dirían: es que además se hizo viejo, le llegó la edad.
La verdad es que el diagnóstico es complicado: Infecciones numerosas y desatendidas, descompensaciones, edad acumulada y además poca o nula confianza en los análisis, el tratamiento, el médico y el hospital...
Y es aquí donde conviene diferenciar entre la razón y el resentimiento, entre la exigencia de justicia y la capacidad de razonamiento: el Gobierno de Veracruz está obligado a reformar el esquema de pensiones para responder a este derecho y sabe que anunciar un cambio así podría traer un costo electoral muy alto, sin embargo por el mismo motivo me llama la atención que lo estén haciendo sin importar el costo electoral; jugando así con la fe de los parientes los que van a visitar al enfermo, y diferencia de esto, se están jugando una gran carta al decir que lo van a levantar de su lecho de muerte.
Como en toda historia médica –y déjeme ser consecuente con mi metáfora- al final, la sapiencia del diagnóstico y el prestigio del médico solo se consolidarán si se supera el padecimiento y las secuelas no son tan graves.
Me queda claro que las pensiones no son una concesión de los gobiernos, sino una conquista histórica de la seguridad social a la que los trabajadores tienen derecho. Conquistas que abarcan la protección, la procuración de la salud, los riesgos de trabajo, la maternidad, la invalidez, vejez y muerte. Pero a grandes males, grandes remedios y Javier Duarte, el doctor, ha diagnosticado: “Esta reforma no podía esperar, ya que este Instituto estaba en riesgo, de esperar se hubiera puesto en riesgo el futuro de los trabajadores”.
Y ha detallado las nulas contraindicaciones del tratamiento “Subrayo ningún derecho adquirido ni de los jubilados, ni pensionados, ni de los trabajadores en activo que están ya en proceso de jubilarse es tocado por esta ley. Todos y cada uno de sus derechos están salvaguardados, no hay modificación alguna, esta iniciativa va en relación a los trabajadores en activo que aún no tienen derechos adquiridos”.
Veremos si la medicina es buena y oportuna, veremos si el paciente no solo respira por sí mismo sino también se revitaliza y aumenta, como sus agremiados, su expectativa de vida y veremos con mucho interés, si el cuerpo médico actual recupera el prestigio que antiguos cuadros perdieron y saca, no solamente al IPE, si no a la confianza, a la credibilidad y la esperanza de los veracruzanos de la terapia intensiva en la que están.
Miren que yo si fuera familiar cercano del enfermo, viéndolo como está, hasta caldo de zopilote aceptaría que le dieran, total… si se salva ¡qué felicidad!, pues ya restablecido, ¡a lo mejor y hasta recupera la memoria! y recuerda con detalle quién lo atropelló... Usted… ¿qué opina?


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